19 de mayo de 2018

La voluntad de Cristo


Jn 21,20-25

En aquel tiempo, volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: ‘Señor, ¿quién es el que te va a entregar?’. Viéndole Pedro, dice a Jesús: ‘Señor, y éste, ¿qué?’. Jesús le respondió: ‘Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme’. Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: ‘No morirá’, sino: ‘Si quiero que se quede hasta que yo venga’. 

Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran’”.


COMENTARIO

Por si había alguna duda acerca de que es Jesús quien escoge a sus discípulos el caso que nos presenta este evangelio de san Juan es ejemplo de eso. Pedro se queja de Juan, el más joven de entre ellos, porque no sabe la razón por la que tenga que estar con ellos.

Jesús, sin embargo, conoce, sabe, que determinadas personas son muy especiales. Pero a Pedro le queda una misión muy importante que cumplir. Por eso le dice el Maestro que le siga.

San Juan tiene algo muy importante que decir. Tiene relación con lo que Jesús llevó a cabo a lo largo de su vida llamada pública. El caso es que no todo, seguramente, se escribió y todo lo que no se escribió tuvo que ser crucial para la vida del discípulo. Y aquello quedó en el corazón de Juan, a quien Jesús quería.

JESÚS, ayúdanos a saber ser de los escogidos por Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán

18 de mayo de 2018

La curación espiritual de Pedro


Jn 21,15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: ‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos’. Vuelve a decirle por segunda vez: ‘Simón de Juan, ¿me amas?’. Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’. 

Le dice por tercera vez: ‘Simón de Juan, ¿me quieres?’. Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras’. Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: ‘Sígueme’”.
  

COMENTARIO

Cuando Pedro, aquel que había prometido a Jesús seguirlo hasta la muerte, lo negó las mismas veces que Jesús le dijo que le negaría, se abrió en su corazón y en su alma una herida muy grande que sólo podía curar quien era el origen de la misma.

Jesús sabe que Pedro necesita curar aquella herida. Por eso le pregunta las mismas veces que Cefas lo negó, tres, para perdonarlo las mismas veces. Y Pedro responde con el corazón: sabe que quiere al Hijo de Dios y, ahora, aún más. Y Jesús le pide algo más: que conduzca a sus ovejas hasta el definitivo Reino de Dios.

Pero Jesús añade algo más que es muy importante para la vida de Pedro. Le dice cómo ha de morir: lo hará conducido por otros, sus matarifes, hacia el martirio. Y le añade, a pesar de eso: sígueme. Y Pedro lo siguió hasta, precisamente, su martirio.


JESÚS, ayúdanos a no negarte nunca.

Eleuterio Fernández Guzmán


16 de mayo de 2018

Cristo nos ha regalado la Palabra de Dios



Jn 17,11b-19

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. 

‘Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad’”.


COMENTARIO

La voluntad de Dios es tener a todos sus hijos bajo sus manos y en su corazón. En su corazón ya los tiene pero depende mucho de la voluntad de los mismos el tenerlos bajo sus manos. Jesús le pide al Todopoderoso para que eso sea posible.

Jesús sabe que sólo Satanás se perdió de entre los hijos de Dios. Por eso sufre condena eterna. Pero no quiere que sus hermanos los hombres sigan el mismo camino que el caído. Y, aún sabiendo que no somos del mundo quiere que estando en él, mientras estemos, seamos cuidados por el Padre.

En la Palabra de Dios está la verdad. Por eso Jesucristo transmitió la Palabra y con ella la Verdad del Creador y Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) Por eso Jesús anhela ser santificado y que todos nosotros, sus hermanos, lo seamos también.



JESÚS, ayúdanos a procurar nuestra propia santificación.

Eleuterio Fernández Guzmán


15 de mayo de 2018

Cristo rogó por nosotros



Jn 17,1-11a

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 

‘Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. 

‘Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti’”
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COMENTARIO

Ha llegado la hora”. Jesús sabe que en aquel momento, se está celebrando la Última Cena, es el adecuado para reverlo todo, para decir a los que le escuchan que todo lo que les había dicho, se va a confirmar.

Nos dice Jesús, con claridad, que la vida eterna tiene un núcleo esencial y que se corresponde con conocer a Dios a través del conocimiento del Cristo, de su Enviado. Por eso iba a morir y por so glorificaba a su Padre.

Jesús ruega por todos los que Dios le había dado y, también, por todos aquellos que iban a ser discípulos suyos a través de la historia por venir. Jesús sabe que sus discípulos, que viven el mundo aunque no sean del mismo, van a necesitar el auxilio del Padre. Y se lo pide.


JESÚS, ayúdanos a glorificarte a Ti y a Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán


14 de mayo de 2018

El Amor de Cristo



Jn 15,9-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 

‘Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 

‘No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros’”.


COMENTARIO

El Amor de Cristo

Jesús dejó un mandamiento que es el primero de la Ley de Dios, aquel que muestra que somos hermanos suyos y discípulos del Hijo del hombre: el amor. Y debemos amar como Cristo nos amó… hasta el extremo.

Somos amigos de Cristo

Aquellos que nos consideramos discípulos de Cristo podemos gloriarnos de que nos llamara “amigos”. Por eso dio su vida y por eso, precisamente por eso, somos hermanos unos de otros.

Cristo nos ha elegido

Aunque alguien pueda pensar otra cosa, no es uno quien elige a Cristo sino que es el Hijo de Dios quien nos elige a cada uno de nosotros. Y no lo hace para nada sino, al contrario, para que demos fruto abundante y, además, nuestro fruto permanezca en el corazón de Dios.

JESÚS, ayúdanos a permanecer siempre en tu amor.


Eleuterio Fernández Guzmán


13 de mayo de 2018

Evangelizar


Mc 16, 15-20

Y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.  Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.’ Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.  Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales  que la acompañaban.”


COMENTARIO


Evangelizar

Jesús envía a sus discípulos más allegados, a sus apóstoles, a ir por el mundo a transmitir la Buena Noticia de que el Reino de  Dios había llegado. Era una misión que debían cumplir a rajatabla y sin demora.

Creer y salvarse

Jesús dice algo que es muy importante. En realidad es lo que debían enseñar a todo aquel que quisiese conocer a Dios mismo hecho hombre: hay que creer en Cristo Jesús porque tal creencia supone, nada más y nada menos, que la salvación eterna.

No creer y condenarse

Sin embargo, también les informa de algo muy importante y que tiene que ver con lo único que debe importar al ser humano: no creer en Él supone, ni más ni manos, la muerte eterna, el Infierno para siempre, siempre, siempre.

JESÚS, queremos creer en Ti, creemos en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán