27 de enero de 2018

Confiar en Cristo


Mc 4,35-41

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’.

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’. Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ‘Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?
’”.


COMENTARIO

Buscar a Cristo

A Jesús, como suele decirse, no le quedaba tiempo ni para comer y, menos, aún, para descansar. Eran muchos los que le buscaban para encontrar consuelo a sus dolencias del cuerpo o del alma. Por eso tiene que retirarse con sus apóstoles.


El poder de Dios

Las inclemencias meteorológicas, regidas por una ley divina, tienen el poder de provocar miedo en las personas que las sufren. Eso les pasa a los que acompañan a Jesús. Pero el Señor está tranquilo y duerme. Sabe que el poder de Dios puede con aquello que apenas es nada par el Creador. Y domina la tormenta ante la estupefacción de todos.


La fe, el tenerla

Pero Jesús pone el dedo donde más duele. A los que le acompañan les falta algo que es fundamental: fe. No han tenido suficiente confianza en Aquel que le acompaña y han tenido miedo. Deben aprender, y debemos, que confiar en el Hijo es esencial para nuestra vida.



JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

26 de enero de 2018

Lo que es el Reino de Dios

Mc 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ’El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega’. 

Decía también: ‘¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra’. Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado
”.


COMENTARIO

Jesús sabe que es muy importante que sus discípulos entiendan dónde van a ir cuando mueran o, mejor, dónde deben querer ir cuando mueran. Por eso muchas veces les habla del Reino de Dios y los prepara para el mismo porque aún no estaban preparados para según qué cosas del espíritu.

El Reino de Dios está entre los hombres. Es más, Cristo es el mismo Reino de Dios y es lo que vino a traer al mundo. Pero crece entre los hombres sin que ellos se den cuenta porque está en sus corazones de donde sale al mundo a manifestarse. Y si el fruto es bueno, lo recoge Dios en su corazón.

El caso es que el Reino de Dios pudiera parecer pequeño porque no se ve. Sin embargo, es tan grande que, cuando se desarrolla en el corazón de un ser humano puede cobijar todo el amor del mundo y toda misericordia sale de su seno.


JESÚS, ayúdanos a aceptar tu Reino en nuestra vida.

Eleuterio Fernández Guzmán


25 de enero de 2018

Enviados


Mc 16,15-18

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’.”


COMENTARIO

Enviados por Cristo

Jesús envía a los que ha escogido. Sabe que es la única manera de que la Palabra de Dios, que ha venido a recordar y a que se cumpla la Ley del Creador, debe llegar en boca de los hombres que deben conocerla y amarla.


Creer

Jesús ofrece dos posibilidades a todos aquellos que escuchen que el Reino de Dios ha llegado. Pueden creer y, entonces, convertir su corazón al Padre y llevar una vida acorde con su Ley. Entonces, aquellos que así lo hagan, serán salvados.

No creer

Pero también se puede optar por no creer y seguir con su vida perdida. Entonces, tal persona no será bautizada, lógicamente y, como es de esperar y así lo dice Jesús la condenación eterna caerá sobre su alma. Y lo dice con toda claridad el Hijo de Dios.



JESÚS, propones la Verdad pero no obligas a aceptarla. Sin embargo, sabemos que es muy importante creer en Dios. Ayúdanos a no caer en la trampa del Maligno y a seguirte siempre como Hijo de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán


24 de enero de 2018

Salió el sembrador; salió Dios


Mc 4,1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: ‘Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: 'Quien tenga oídos para oír, que oiga’”.

COMENTARIO

A Jesús, en cuanto empezó su predicación como Maestro, le seguía mucha gente. Eran muchos los que quería escuchar lo que decía aquel hombre que gozaba de una fama ganada a base de fe y de obras. Y les enseñaba de forma que pudieran entenderlo.

El sembrador, Dios, arroja su semilla de amor por los caminos del corazón del mundo. Quiere, claro está, que la acojamos porque es lo mejor que podemos hacer al respecto de nuestra vida; que la tomemos y que hagamos de ella algo grande. Eso es lo que quiere el Creador.

A cada cual, la semilla arrojada por Dios la recibe de una forma o de otra. Así, hay muchos corazones que pronto se olvidan de ella; que se dejan dominar por el mundo y sus mundanidades. Pero también los hay que la reciben bien y la hacen rendir mucho. Esos corazones son importantes para Dios.


JESÚS, el sembrador, Dios, siembra para recoger, un día, su fruto. Ayúdanos a ser corazones que reciban bien al semilla divina del Amor de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán

22 de enero de 2018

Blasfemar contra el Espíritu Santo

Mc 3, 22-30

“22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Está poseído por Beelzebul’ y ‘por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.’ 23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ‘¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. 25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. 26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. 27 Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. 28 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. 29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.’ 30 Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo.’”


COMENTARIO

La acusación que se vierte sobre el Mesías es verdaderamente dura y difícil de entender. Como, a lo mejor, no tiene nada que echarle en car, hacen uso de la especie según la cual lo que hace Cristo expulsando demonios puede hacerlo porque es discípulo de Satanás. Y eso es ir demasiado lejos…

Pero Jesús sabe que las cosas tienen un sentido más que distinto. Y es que, al contrario de eso, uno no puede ir contra su señor y, es difícil que Cristo fuera contra Satanás si, en verdad, fuera discípulo suyo. Otra cosa es que ellos, los que le acusan de eso, no vayan muy a favor del que dicen ser su Dios.

Para corroborar eso, el Hijo de Dios algo que, en sí mismo, es terrible: se perdona, se perdonará (en el Juicio particular, entendemos) todo pecado y blasfemia pero nunca se perdonará la que vaya contra el Espíritu Santo. Y, entonces, la sentencia está ya dictada: condenación eterna, muerte eterna… el Infierno.


JESÚS, ayúdanos a no blasfemar nunca contra el Espíritu Santo.


Eleuterio Fernández Guzmán

21 de enero de 2018

Seguir a Cristo

Mc 1, 14-20

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:  ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.’  Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran  pescadores. Jesús les dijo: ‘Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.’ Al instante, dejando las redes, le siguieron.  Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca  arreglando las redes;   y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.”


COMENTARIO

El tiempo se ha cumplido

Cuando Jesucristo aprecia que ha llegado el momento para dar comienzo, ya para siempre, su predicación, marcha  a Galilea. Lo que dice no es nada extraño para Él: ha llegado el tiempo de que la Buena Noticia se haga perfecta.


Ir con Cristo

Jesús necesita escoger a los que iban a ser sus Apóstoles. Los escoge entre lo más sencillo. Es decir, no acude a buscar a los considerados sabios sino a los que pueden aceptar su doctrina a pesar de no entenderla o, en fin, a los que tienen el corazón abierto a la Palabra de Dios.


Dejarlo todo

Es bien cierto que aquellos a los que Jesús llamaba podían haberle dicho que no. Sin embargo, algo debía haber en las palabras y la mirada de aquel Maestro para que los Doce lo dejaran todo y le siguiesen.

JESÚS, ayúdanos a seguirte sin remilgos y sin racanismos.

Eleuterio Fernández Guzmán