4 de noviembre de 2017

Acerca de la humildad


Lc 14, 1.7-11

"1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. 
7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: 8 'Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el
primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, 9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: 'Deja el sitio a éste', y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. 10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: 'Amigo, sube más arriba.' Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. 11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.'"

COMENTARIO

No era nada extraño que Jesús fuese invitado a casa de los poderosos para que compartiera con ellos una comida. Muchas veces lo hacían para ve qué decía pero otras tantas lo hacían para cogerlo en algún renuncio espiritual.

Jesús veía el comportamiento ordinario de muchos de los que eran invitados, por ejemplo, a una comida. Y es que querían estar siempre en los primeros lugares porque así creían eran mejor vistos por sus vecinos.

Pero Jesucristo sabe que las cosas, para Dios, no son así ni pueden ser así. Y es que humillarse, saber que no es nada ante el Todopoderoso y, tampoco, ante el resto de seres humanos, es una buena actuación de cara al corazón del Padre. Y eso es lo que recomienda el Hijo de Dios.


JESÚS, ayúdanos a saber ser humildes.


Eleuterio Fernández Guzmán

3 de noviembre de 2017

Misericordia bien entendida

Lc 14,1-6

"Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: '¿Es lícito curar en sábado, o no?'. Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?'. Y no pudieron replicar a esto".


COMENTARIO

Jesús sabe que muchos de los que le persiguen lo hacen porque, según ellos, hace lo que no se puede hacer en sábado. Y eso les molesta mucho.

Jesús pregunta. Lo hace acerca de lo que, en verdad importa: la misericordia. Cuando hace eso quiere que, de sus corazones, salga aquello que, de verdad, piensan y tienen allí encerrado.

Sabe Jesús que aquellos que lo critican por lo que hace en sábado no harían otra cosa que transgredir la Ley si a ellos les correspondiera pasar por determinada situación. Por eso los critica.

JESÚS, ayúdanos a tener, de la Ley, un sentido justo.




Eleuterio Fernández Guzmán

2 de noviembre de 2017

Cristo el Camino, la Verdad, la Vida

Jn 14, 1-6


‘No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.  Y adonde yo voy sabéis el camino.’ Le dice Tomás: ‘Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’ Le dice Jesús: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.  Nadie va al Padre sino por mí’”.

COMENTARIO

Jesús está muy interesado en que sepamos qué es lo que nos conviene para nuestra vida eterna. Sabe que anhelamos alcanzar la misma y estar con Dios y, para eso, debemos creer en Él.

Jesús nos lo dice con toda claridad: está en el Cielo preparándonos estancias para que, cuando Dios quiera, las ocupemos. Y también nos habla de su Parusía, cuando vuelva para juzgar a vivos y muertos.

El camino para ir a Dios lo sabemos porque nos lo dice Jesús: es Él. Sólo, pues, creyendo en el Mesías, en su santa doctrina y en todo aquello que hizo en su primera venida al mundo, podremos comprender lo que supone que sea el Camino, la Verdad y la Vida.




JESÚS, ayúdanos a aceptarte como Verdad, como Camino, como Vida.


Eleuterio Fernández Guzmán

1 de noviembre de 2017

Los bienaventurados

Mt 5,1-12a

En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos’”.

COMENTARIO

Jesús tuvo que decir, en una ocasión, que no había venido a abolir la Ley de Dios sino a darle cumplimiento. Y eso es lo que hace cuando, subido en un promontorio, proclama las Bienaventuranzas, no dichas para sustituir a los Mandamientos sino para darles, en efecto, cumplimiento.

Cada uno de los “preceptos” que aquí indica Jesús lo son para que sepamos a qué atenernos acerca de lo que es verdaderamente para un discípulo de Cristo. Centran, por así decirlo, nuestra fe  y la hacen efectiva, con relación a Dios Padre Todopoderoso.

Jesús termina las mismas con una gran verdad que ha sido comprobada a lo largo de los siglos: debemos sentirnos bienaventurados si somos perseguidos por Él. Ahí está el centro de nuestra fe: ser perseguidos por Cristo.




JESÚS, ayúdanos a atender a las bienaventuranzas en nuestra vida ordinaria.


Eleuterio Fernández Guzmán

31 de octubre de 2017

La importancia de lo pequeño



Lc 13, 18-21

18 Decía, pues: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
19 Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.»
20 Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»



COMENTARIO

Cuando le hace al Hijo de Dios preguntas como las que trae hoy el texto bíblico, quizá muchos esperaran respuestas grandilocuentes. Pero Jesucristo era especialista en sorprender con sus respuestas. Y ahora también lo hace aunque no se le pregunte nada.

¿Cómo es el Reino de Dios? Muchos esperaría, ante esto, que dijera algo que todos esperaban como normal. Pero Jesucristo compara el Reino de Dios con algo muy pequeño: el grano de mostaza y la levadura.

El caso es que la pequeñez del Reino de Dios crece poco a poco en el corazón de los hijos de Dios. Quizá podría parecer poca cosa pero, en realidad, es tan grande como quien lo recibe quiere que sea en su corazón.


JESÚS, ayúdanos a comprender la importancia de lo pequeño.

Eleuterio Fernández Guzmán


30 de octubre de 2017

Comprender el verdadero sentido de la Ley de Dios


Lc 13, 10-17

“10 Estaba un sábado enseñando en una sinagoga, 11 y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. 12 Al verla Jesús, la llamó y le dijo: ‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad.’13 Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.14 Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: ‘Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado.’15 Replicóle el Señor: ‘¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?16 Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?’17 Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.


COMENTARIO

Era bien cierto que, para los judíos, la ley, digamos así, que hacía respetar el sábado como día en el que no se podía hace casi nada, era muy importante. Es más, incumplirla podía suponer meterse en unos grandes problemas.

Aquella mujer no podía mirar al cielo. Estaba y andaba encorvada y eso era causa más que suficiente como para que el Hijo de Dios la tuviese en cuenta y la curara. Aunque fuera el sábado.

Había, sin embargo, quien no estaba de acuerdo con aquello de curar en sábado. Y es que no habían comprendido lo que era el amor y la misericordia. Ellos, a lo mejor, creían que sí pero, en verdad, poco habían comprendido acerca del verdadero amor y de la verdadera misericordia. JESÚS,  ayúdanos a aceptar, de verdad, la Ley de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán


29 de octubre de 2017

La verdadera Ley de Dios

Domingo, 29 de octubre de 2017


Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’  Él le dijo: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: ’Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’.

COMENTARIO

Perseguían a Jesús aquellos a los que no les convenía un adoctrina de paz y a los que creían ver perjudicados sus intereses mundanos. Por eso le pregunta cosas como las que hoy trae el evangelio de San Mateo.

Preguntar a Jesús por lo que preguntaron significaba que no lo conocían bien pues, de haberlo conocido jamás se les hubiera ocurrido preguntarle acerca de la Ley, ¡de la Suya!

Jesús les pone, sobre la mesa, una gran verdad: Dios y el prójimo son los mandamientos fundamentales de la Ley del Creador. Pero lo son en tal orden pero sin excluir a ninguno de los dos: Dios, primero pero el prójimo (amor, sobre todo, con el mismo) después.


JESÚS, ayúdanos a no olvidar nunca al Padre y, tampoco, a nuestro prójimo.

Eleuterio Fernández Guzmán