1 de julio de 2017

Confiar en Cristo

Sábado XII del tiempo ordinario

Mt 8,5-17

“En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: ‘Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos’. Dícele Jesús: ‘Yo iré a curarle’. Replicó el centurión: ‘Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace’. Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: ‘Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Y dijo Jesús al centurión: ‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado. 

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: ‘Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades’.

COMENTARIO

La labor espiritual que el Hijo de Dios lleva a cabo en aquellos años de vida pública tiene todo que ver con su amor y la misericordia de Dios. Pero si hay algo que Jesucristo tiene muy en cuenta es la confianza que se pone en su persona. Y aquel centurión tenía mucha.

El criado de aquel romano quedó curado. Y quedó curado por lo que dice el Hijo de Dios: aquel hombre, a pesar de no ser judío, tenía mucha fe. Y eso salvó a su criado y, suponemos, amigo.

Es más, Jesucristo continúa su labor. Consiste la misma, en esencia, en salvar a los que necesitan salvación. Y no sólo espiritual sino, también, física, porque, muchas veces, la segunda es el origen de cierto desprecio social. 

JESÚS, ayúdanos a confiar en ti como lo hizo aquel romano.


Eleuterio Fernández Guzmán

30 de junio de 2017

Confiar en Cristo siempre



Viernes XII del tiempo ordinario
Mt 8,1-4

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: ‘Señor, si quieres puedes limpiarme’. Él extendió la mano, le tocó y dijo: ‘Quiero, queda limpio’. Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: ’Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio’”.

COMENTARIO

Seguramente, el Hijo de Dios no quería que se supiese todavía que había llegado el Enviado del Padre. Seguramente sabía que muchos aún no estaban preparados. Por eso le prohíbe al leproso que vaya pregonando por ahí la persona que lo había curado.

Había algo, sin embargo, que sí debía hacer aquel hombre sacado, de golpe, de la miseria. Debía acudir al sacerdote para que pudiese comprobar que la lepra había desaparecido. Así se convencerían que había habido curación.

Lo que cura al leproso, además de la voluntad de Jesucristo, es la fe, la confianza que tiene en aquel hombre que, como muchos dicen, enseña con autoridad. Sabe que puede curarle y por eso se dirige a Él.


JESÚS, ayúdanos a tener siempre confianza en Ti.



Eleuterio Fernández Guzmán

29 de junio de 2017

Así fueron las cosas



Mt 16,13-19

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’. Ellos dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas’. Díceles Él: ‘Y vosotros ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’”.

COMENTARIO

Se podría pensar que sentía curiosidad el Hijo de Dios por saber qué se pensaba sobre Él. Es decir, que quisiera saber, como si no lo supiera ya, qué es lo que la gente decía sobre su persona. Pero lo que hacía era buscar otra cosa, la respuesta de uno de sus Apóstoles.

Ciertamente, la respuesta que le dan los presentes no puede ser más descorazonadora. Y es que no hay unanimidad en qué piensan las personas sobre Jesucristo. Bueno, sí hay una unanimidad: nadie se ha dado cuenta, o al menos la gran mayoría, de que es el Hijo de Dios.

Pedro, sin embargo, inspirado por el Espíritu Santo, responde de forma correcta. Y Jesucristo lo premia con la vara de mando de su Iglesia. Por eso, desde entonces, la llamada Iglesia católica, ha sido el seno de la Verdad y la única Iglesia verdadera.


JESÚS,  gracias por haber dado las llaves a Pedro.



Eleuterio Fernández Guzmán                               

28 de junio de 2017

Dar buenos frutos


Miércoles XII del tiempo ordinario

Mt 7,15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis’”.


COMENTARIO

Jesús sabe que hay muchos que, haciéndose pasar por profetas no son, sino malas personas que quieren controlar la vida de aquellos a los que dirigen sus profecías. Pues bien, de tales personas deben cuidarse sus discípulos.

El corazón de aquellos que quieren seguir al Hijo de Dios ha de estar limpio. Sólo así podrá obtenerse fruto bueno. Al contrario de la verdad: del corazón pecador sólo puede salir fruto malo.

Aquí hace Jesucristo una clara advertencia para aquellos que quieran ser sus discípulos: lo que hacemos tiene consecuencias de cara a nuestra vida eterna. Por eso debemos dar buen fruto porque es la mejor manera de que Dios retribuya tal comportamiento con la vida eterna.


JESÚS, ayúdanos a saber dar buen fruto agradable a Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de junio de 2017

Puertas anchas y puertas estrechas

Martes XII del tiempo ordinario

Mt 7,6.12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran’”.


COMENTARIO

Haced lo que debemos hacer

El Hijo de Dios pone sobre la mesa una gran verdad que tiene que ver con nuestro actuación de hijos del Todopoderoso y hermanos suyos. Y es que, para comportarnos según quiere nuestro Creador no podemos hacer los demás cosas que a nosotros no quisiéramos que nos hiciesen.

La puerta de entrada al Cielo

Para entrar en el Cielo hay quienes creen que será cosa fácil conseguirlo. Sin embargo, bien dice Jesucristo que es estrecha la puerta pues han de ser muchos los sacrificios y las cruces que carguemos para conseguirlo.

Debemos ser de los escogidos

De todas formas, una cosa es la estrechez de la puerta por la que se entra en el definitivo Reino de Dios y otra, muy distinta, que queramos entrar por ella. Y tal es una forma de actuar propia de los hermanos del Hijo de Dios.


JESÚS,  ayúdanos a escoger la puerta estrecha por la que se entra en el Cielo.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de junio de 2017

Nos conviene saber cómo somos


 Lunes XII del tiempo ordinario

Mt 7,1-5

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano’”.

COMENTARIO

Muchas veces el Hijo del hombre nos propone formas de ser que, francamente lo decimos, son muy difíciles de implementar. Así, por ejemplo, entiende más que mal la forma de juzgar. Y es que no quiere, del todo, que no juzguemos, sino que tengamos en cuenta cómo juzgamos.

En realidad, Jesucristo quiere que tengamos muy en cuenta la forma de ser que mostramos al prójimo. Por eso nos dice que debemos saber que según nosotros juzguemos… así seremos juzgados. Luego, juzgar podemos juzgar pero a ver cómo hacemos eso.

Algo de lo dicho por Jesucristo nos puede venir la mar de bien porque viene referido a lo que, en demasiadas ocasiones, solemos hacer: miramos al otro por encima del hombro sin tener en cuenta que es posible que nosotros pequemos más…

JESÚS,  ayúdanos a no juzgar como no quieres que juzguemos.



Eleuterio Fernández Guzmán

25 de junio de 2017

Dios todo lo sabe y todo lo puede



Mt 10, 26-33

“‘No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. ‘Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro  Padre. En cuanto  a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. ‘Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.”


COMENTARIO

Jesucristo, en este texto del Evangelio de San Mateo, dice lo que debería ser tenido siempre en el corazón de sus hermanos los hombres. Sabe que muchos los van a perseguir pero también sabe que Dios protege a los hijos que se declaran hijos suyos. 

Lo que sí se debe tener en cuenta es que lo que perdura tras la muerte no es el cuerpo, que se corrompe, sino el alma. Por eso el Hijo de Dios avisa acerca de que lo que importa es conservar el alma que será lo que, en su día, se unirá con el cuerpo el día de la resurrección de la carne.

Es más, sabe Jesucristo que el Padre, su Padre, conoce perfectamente a cada uno de sus hijos. Por tanto, aquellos que así se consideran no deben temer nada pero, tampoco, deben negar al Hijo del Todopoderoso porque, hacer eso, supondría negar al propio Dios.


JESÚS, gracias por querer ser hermano nuestro.


Eleuterio Fernández Guzmán