28 de enero de 2017

La falta de fe


Sábado III del tiempo ordinario

Mc 4,35-41

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’.

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’. Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ‘Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?’”.

COMENTARIO

Podemos imaginar que en muchas ocasiones aquellos que caminaban predicando muy cerca de Jesucristo se habían encontrado en situaciones difíciles. Y ellos, como es de esperar, reaccionaban como hombres que eran, como seres mundanos.

Jesús, sin embargo, estaba tranquilo. Confiaba en Dios. Por eso duerme sin preocuparse mientras que los que están a su alrededor andan muy preocupados. Ellos, al parecer, confían menos.

Cuando Jesús para al viento y le hace callar, aquellos que lo ven no deja de estar maravillados. Ellos, a lo mejor, habían visto poco de lo que Jesús podía hacer y se preguntan que quién es. Ellos se lo preguntan…


JESÚS,  ayúdanos a confiar siempre en Ti.




Eleuterio Fernández Guzmán

27 de enero de 2017

Reino de Dios




Viernes III del tiempo ordinario

Mc 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega’. 

Decía también: ‘¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra’. Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

COMENTARIO

La forma de enseñar de Cristo no era nada extraña en su época. Ciertamente, cuando no se dispone de medios como los que actualmente existen había que enseñar de una forma oral. Y eso es lo que hace el Hijo de Dios mediante parábolas.

El Reino de Dios, cuando entra en el corazón del hijo de Dios, crece dentro del mismo sin que, a lo mejor, lo sepa quien eso recibe. Es como un don, como un regalo que el Todopoderoso hace a quien tanto ama.

Pero, también, el Reino de Dios es como aquello que es muy pequeño pero que poco a poco va creciendo. A quien eso comprenda lo llena de dicha y hace que su vida sea mejor y más provechosa para la humanidad.


JESÚS,  ayúdanos a aceptar el Reino de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de enero de 2017

La medida con la que midamos


Jueves III del tiempo ordinario
Mc 4,21-25

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga’. 

Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará’”.

COMENTARIO

No se puede esconder la Verdad

A pesar de lo que el ser humano, semejanza de Dios, crea o entienda que cree, no puede hacer como si lo que conoce del Todopoderoso y de su voluntad no existiese. Eso no puede esconderse.

Todo lo sabe Dios

Hay algo que muchas veces no se tiene en cuenta: Dios todo lo conoce y todo lo sabe. Por eso sus hijos debemos actuar reconociendo que nada de lo que hagamos quedará oculto al corazón del Padre.

La medida con la que midamos

Cristo nos dice algo que es muy importante para sus hermanos los hombres: debemos tener en cuenta que según hagamos con nuestro prójimo así se nos tendrá en cuenta a nosotros. A lo malo, malas consecuencias; a lo bueno, buenas espirituales.


JESÚS, ayúdanos a medir al prójimo con una medida de amor y misericordia.



Eleuterio Fernández Guzmán

25 de enero de 2017

Creer para salvarse

Mc 16,15-18

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’”.

COMENTARIO

Cuando Jesucristo, Mesías y Enviado de Dios, envía a sus Apóstoles al mundo para que prediquen no lo hace de cualquier forma. No. Lo hace de forma que tengan que llevar a cabo una misión clara y bien determinada.

Dice Jesús algo importante: para salvarse hay que creer y bautizarse. Es decir, la salvación eterna requiere una serie de requisitos que se han de cumplir. Así, se salvará quien crea que Cristo es el Hijo de Dios y, además, se bautice en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Pero aquellos hombres, enviados por Cristo al mundo a predicar, iba a tener una gran ayuda: van a poder llevar a cabo hechos maravillosos que mostrarán al mundo que eso sólo puede llevarlo a cabo quien está enviado por Alguien muy especial.

JESÚS, ayúdanos a transmitir la Buena Noticia.



Eleuterio Fernández Guzmán

24 de enero de 2017

Verdaderos discípulos de Cristo


Martes III del tiempo ordinario
Mc 3,31-35

En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’”.

COMENTARIO

No nos extraña que la Virgen María quisiera ver a Jesús. Podemos imaginar que quería acercarse porque haría mucho tiempo que no lo veía. Por eso que acudiera allí a donde estuviera predicando era de esperar.

Aquellos que lo están escuchando reaccionan de forma muy natural. Y es que cuando la madre de alguien lo busca nada de extrañar que los que están con él se lo digan. Pero Jesucristo tenía algo importante que decir.

Quizá se podría pensar que estaba despreciando a su madre. Pero nada más lejos de la realidad porque su Madre era quien había cumplido la voluntad de Dios. Era la primera y mejor discípula Suya.


JESÚS,  ayúdanos a cumplir con la santa voluntad de Dios.




Eleuterio Fernández Guzmán

23 de enero de 2017

No pecar contra el Espíritu Santo

 Lunes III del tiempo ordinario
Mc 3,22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Está poseído por Beelzebul’ y ‘por el príncipe de los demonios expulsa los demonios’. Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ‘¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno’. Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo’”.

COMENTARIO

Acusar de que Jesús expulsaba a los demonios porque estaba al servicio de Satanás era decir cosas que, por ridículas, no podían hacerle daño al Hijo de Dios. Sin embargo, eso no quería decir que nada tuviera que decir quien así era atacado.

Aquello que decían aquellos que querían atacar a Jesús no tenía razón de ser. Y Cristo les hace ver lo absurdo de sus afirmaciones porque uno puede ir contra sí mismo. Por tanto, si Él actuaba contra los demonios era porque no era parte de los demonios.

Había, sin embargo, algo muy importante que debía ser conocido por todos: ciertamente, Dios perdona siempre a sus hijos. Sin embargo, hay una blasfemia que no se podía perdonar y era la que se decía contra el Espíritu Santo y, como consecuencia peor, la muerte eterna.


JESÚS, ayúdanos a no pecar nunca contra el Espíritu Santo.




Eleuterio Fernández Guzmán

22 de enero de 2017

Escogiendo a los suyos


Mt 4, 12-23

“Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:= ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! == El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte  una luz les ha amanecido. = Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: ‘Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.’ Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: ‘Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.’  Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

COMENTARIO

Cuando Jesús conoció la noticia de Juan el Bautista (que había sido hecho preso por Herodes) sabía que había llegado la hora que tanto tiempo había estado esperando: era el momento de predicar acera del Reino de Dios.

La conversión que Jesús predica tiene todo que ver con el cambio del corazón. Y es que aquellos que, hasta entonces, habían sido hermanos suyos en la fe, deben cambiar muchas cosas acerca de su propia fe. Por eso deben cambiar.

Y, poco a poco, va escogiendo a los que cree que debe escoger. Lo más curioso es que a los que se dirige no dudan lo más mínimo en dejarlo todo y seguirlo. Y a partir de entonces recorrió el mundo más cercano enseñando y curando que era, justamente, lo que había venido a llevar a cabo.


JESÚS,  ayúdanos a seguirte como te siguieron tus Apóstoles.



Eleuterio Fernández Guzmán