Lc 21, 1-4
“1 Alzando la mirada, vió a unos ricos
que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; 2 vio también a una viuda
pobre que echaba allí dos moneditas, 3 y dijo: ‘De verdad os digo que esta
viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos éstos han echado como
donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba,
todo cuanto tenía para vivir.’”
COMENTARIO
No
es nada extraño que Jesús, cuando iba al Templo de Jerusalén (o, imaginamos,
que a cualquier otro) pasara tiempo mirando a las personas que acudían allí a
orar y a dirigirse a Dios. Y es que era una buena manera de buscar algún tipo
de enseñanza.
Las
ofrendas eran muy tenidas en cuenta por la sociedad judía. Queremos decir que
se admiraba, con toda seguridad, a quien mucho echaba en el arca del Tesoro.
Pero había quien no podía echar mucho y, como en el caso de aquella viuda, poco
podía ofrecer.
Sin
embargo, las cosas no eran como podían parecer. Y es que había muchos que, por
ser ricos, echaban aquello que les sobraba. Pero aquella viuda echó no lo que
le sobraba sino lo que le había falta para comer. Y aquello era admirable para
Jesús.
JESÚS, ayúdanos
a no ser rácanos en la fe.
Eleuterio Fernández Guzmán
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