4 de agosto de 2017

Saber tener fe

Viernes XVII del Tiempo Ordinario

Mt 13, 54-58

“En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: ‘¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?’. Y se escandalizaban a ‘causa de Él. Mas Jesús les dijo: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

COMENTARIO

No era nada extraño para Jesucristo lo que, en muchas ocasiones le pasa cuando acude su pueblo. Humanamente es difícil de comprender lo que no somos capaces de llegar a tener en nuestro corazón. Y aquello que, en otro lugar, sería comprensible no lo es cuando estamos más cerca de la Verdad. Y eso es lo que le pasa al Hijo de Dios.

Nos dice San Mateo que Jesús visita su pueblo, Nazaret. Es de imaginar, seguro que sí, que allí todos conocían a quien tenían, porque lo era, por el hijo de María y de José, el carpintero. Él mismo había sido también carpintero. No entendían cómo era posible que dijera lo que decía y, sobre todo, que hiciera lo que hacía según había llegado a sus oídos.

En todo caso, eso no hace que Jesús deje a sus vecinos sin ver lo que es capaz de hacer. Y es que quien fuera recaudador de impuestos escribe que hizo allí no muchos milagros pero que, al menos, hizo algunos. Y es que Jesús debía maravillarse de su falta de fe.


JESÚS,  ayúdanos a tener fe, a tenerla siempre.


Eleuterio Fernández Guzmán

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