10 de septiembre de 2016

Cumplir la voluntad de Dios


Sábado XXIII del tiempo ordinario
Lc 6,43-49

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.

‘¿Por qué me llamáis: ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa’”.

COMENTARIO

Nuestro corazón

Jesús sabe que, como suele decirse, de donde no hay no se puede sacar. Es decir, conoce el corazón de sus hermanos los hombres y sabe que hay ocasiones en las que no suelen salir bien las buenas intenciones.

No hacer lo que Cristo dice

Cristo ofrece la posibilidad de hacer las cosas según dice el Hijo de  Dios que deben hacerse. Y podemos hacerlas como entiende el Maestro que deben hacerse. Entonces construimos sobre la Roca que es el Jesús.

Hacer lo que Cristo no dice

Pero también podemos actuar según sea nuestra voluntad y no hacer que acuerde con la de Jesucristo. Entonces hacemos muy mal las cosas porque sabemos las consecuencias de tal tipo de comportamiento.


JESÚS, ayúdanos a cumplir tu voluntad.



Eleuterio Fernández Guzmán

9 de septiembre de 2016

Lo que creemos que somos


Viernes XXIII del tiempo ordinario
Lc 6,39-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: ‘¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano’”.

COMENTARIO

La enseñanza de Jesús llega siempre al centro de la verdad de las cosas. Y es que conoce bien la naturaleza humana y hasta qué punto estamos equivocados, incluso, al respecto de nosotros mismos. Y eso es lo que hace hoy con algo esencial.

Jesús se pone de ejemplo. Y eso no es nada extraño porque el Maestro ha de enseñar a sus discípulos. Por eso nos dice que no debemos querer por encima de Él porque eso es, además de absurdo, algo ridículo.

Pero Cristo también nos dice algo muy importante: debemos tener en cuenta cómo somos nosotros antes de querer corregir al prójimo. Antes saber si fallamos… luego decir lo que debamos decir.


JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de nuestros defectos


Eleuterio Fernández Guzmán

8 de septiembre de 2016

El amor y la compasión

Jueves XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,27-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos. 

‘Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá’”.

COMENTARIO

El máximo amor

Jesús dio muchas instrucciones de cara a poder llevar una vida que agradara a Dios Padre. Pero lo más difícil de aceptar era estar de acuerdo con el amor hacia los enemigos. En el cumplimiento de tan gran voluntad del Creador se encuentra el centro de nuestra fidelidad espiritual.

Lo que nos corresponde querer

Hay algo que Cristo nos dice que demasiadas veces es olvidado. El caso es que debemos querer para los demás lo mismo que nosotros queremos para nosotros. Es una forma de aceptarlos en nuestra vida como aceptamos la nuestra.

Recibir según demos

Como Cristo siempre tiene en cuenta el futuro del ser humano cuando dice que se nos dará según hayamos dado nosotros nos está diciendo que debemos tener muy en cuenta, precisamente, qué y cómo damos a nuestro prójimo.


JESÚS,  ayúdanos a cumplir la voluntad del Padre.



Eleuterio Fernández Guzmán

7 de septiembre de 2016

Bienaventurados


Miércoles XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,20-26

En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: ‘Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. 

‘Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas’”.

COMENTARIO

El Evangelio de San Lucas también recoge las Bienaventuranzas. Como hace San Mateo, en un momento determinado de su predicación, el Hijo de Dios dijo lo que era necesario saber e importante llevar a cabo en sus discípulos.

Cada una de las llamadas Bienaventuranzas llama al corazón de aquellos que quieren seguir a Jesucristo. Cada una de ellas, además, nos muestra un camino a seguir que no debe nunca ser olvidado; cada una de ellas es expresión de la Ley de Dios.

Y un aviso de parte de Cristo a los quieran escuchar: aquellos que ahora, en el mundo, en el siglo, ríen y viven bien sin darse cuenta de la existencia de muchos que lloran y viven muy mal y nada hacen para tratar de corregir tales situaciones… no tendrán un futuro eterno nada bueno.


JESÚS, ayúdanos a ser como tú quieres que seamos.


Eleuterio Fernández Guzmán

6 de septiembre de 2016

Estamos creando la ideología del odio












Hace muchos años escuché a un sacerdote algo sucedido durante la II República Española. Transitando  por  donde trabajaban unos obreros,  recibió gruesos insultos de los mismos. Uno de ellos, como a modo de explicación, le dijo: es el odio. Y seguramente tenía razón. La República suscitó nuevas expectativas, también en el mundo católico. Pero ya en el periodo constituyente se perfila un marcado anticatolicismo. Enseguida, en 1932, fracasa en Sevilla un pronunciamiento militar de signo monárquico. No fue ni el primer intento ni el último de cambiar los acontecimientos por la fuerza. La vida política se va tiñendo de radicalismo y es progresivamente violenta. Cuando la CEDA gana las elecciones de 1933, trata de modificar los excesos anteriores. Pero en ese periodo –el odio- surge el intento revolucionario izquierdista que triunfó en Asturias, mientras fracasaba en Madrid y Cataluña.

 A partir de la revolución de octubre de 1934 los españoles se inclinan a los extremismos políticos sin arreglo posible. Es el odio. Las elecciones de febrero de 1936 buscaron, más que el poder democrático, la potencia política para aplastar definitivamente al enemigo. La convivencia se desgarra. Se odia. No se puede recordar en unas apretadas líneas ni siquiera una síntesis de los sucesos que precipitarán en la guerra civil. Ni siquiera se podrá afirmar nítidamente hasta qué punto los desmanes acaecidos durante la República propiciarían la asonada militar que impelería a esa lucha fratricida, pero es bien cierto que hubo miles de mártires por el sólo hecho de ser católicos. El triunfo de Franco propició la infiltración de la ideología nazi en el mundo universitario y las represiones y purgas no se hicieron esperar. El odio entre las dos Españas no había concluido.

Tal vez la generosidad de gentes con diferentes tendencias, comenzó con  la transición a propiciar el olvido, y quizá incluso el perdón por parte de todos. Acaso, en esa etapa de la vida española, comienza la verdadera concordia entre los sembradores del odio desde las diversas trincheras reales o figuradas. Ingresamos, por fin, en una contienda política respetuosa o moderada y el odio comienza a desaparecer de las vidas de los españoles de entonces y de los posteriores. Pero un presidente de gobierno  con su ley de Memoria Histórica, va poner patas arriba la convivencia tan duramente trabajada. Porque, a partir de esos momentos, la Memoria Histórica supondrá la resurrección de los fantasmas de bastantes años atrás. La Memoria se hará de modo unilateral, quizá por pensar que los otros ya hicieron la suya. Fuera como fuere, los manes del resentimiento comienzan a reaparecer. Se recrea un ambiente guerra-civilista casi ochenta años después.

Brotará esa nueva izquierda –marxismo puro- encargada de atizar de nuevo los odios de antaño, justamente cuando apenas quedan supervivientes de aquella contienda atroz ni de la República idealizada, pero particularmente sectaria con la Iglesia. Ahora la memoria consiste en quitar todo signo franquista, todo elemento que recuerde a los vencedores, a la vez que no se escatiman esfuerzos para enaltecer a algunos vencidos de dudosa catadura: Pasionaria, Lenin y Stalin tendrán sus calles y monumentos –algo que para mi carece de interés- pero se inicia una nueva etapa en la que comenzamos a construir la convivencia sobre el odio y esa especie no construye,  devasta. Esta nueva izquierda, lo mismo que la ultraderecha anterior (ciertamente testimonial y con poca fuerza), intenta acarrear algo  olvidado, pero que crece deprisa: el odio. No es una lid política normal: y a mi me interesa esto mucho más que la política partidista. Me importa mucho el impacto moral de una ideología del odio  avanzando como un fantasma.

Según el DRAE, el odio es antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. Muchos filósofos y literatos han escrito sobre el odio como lo más opuesto al amor, mostrando que el odio puede generar aversión, sentimientos de desastre, destrucción del equilibrio armónico. Recientemente, la muerte del torero Víctor Barrio desató en las redes sociales una tormenta de odio quizá no vista con anterioridad en nuestro país. En otro orden de cosas, no se entiende el auge de los populismos sin el sustrato alimenticio del rencor. Está por todas partes y no sólo en España, aunque aquí adquiera las características de nuestra idiosincrasia que nos han dominado, acabando por imputar nuestra infelicidad a quienes no son o no piensan como nosotros. Plutarco había afirmado que el odio es la tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás.

El afán legislativo de algunos les lleva a despachar disposiciones sobre la Memoria que sobrepasan no sé si el límite de sus competencias, pero sí el de la libertad, porque se inmiscuyen hasta en los dominios particulares para excluir todo vestigio de un pasado que no gusta. La historia sucede como sucede y no cambia porque se borre un escudo. Me da igual que sea franquista, republicano o napoleónico. Recuerdo que delante el Ministerio de Exteriores italiano  hay un estilizado obelisco con la inscripción: Mussolini Dux. No  seamos cainitas si anhelamos convivir en serio, si demandamos que nadie nos tenga que decir a modo de explicación del acontecer: es el odio.


P. Pablo Cabellos Llorente

Los escogió


Martes XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.”

COMENTARIO

Cuando Jesús fue enviado al mundo a salvar a sus hermanos los hombres era perfectamente consciente de que necesitaba que, tras su muerte, hubiera quien siguiera con su labor de predicación. Y escoge a doce hombres.

Aquellos lo dejaron todo. Es decir, para seguir al Maestro debían dar un cambio radical a su vida. Ya no valían los odres viejos ni los corazones viejos. Al contrario: debían cambiar para poder aceptar el mensaje que traía el Maestro.

Había muchos que seguían a Jesús. Los que querían escucharlo porque sabían que era un Maestro que enseñaba con autoridad no dudaban lo más mínimo en buscarlo. Y muchos quedaban curados porque tenían confianza en Aquel que había enviado Dios.


JESÚS, ayúdanos a seguirte y no abandonarte nunca.


Eleuterio Fernández Guzmán

5 de septiembre de 2016

Una lección de misericordia



Lunes XXIII del tiempo ordinario
Lc 6,6-11
“Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: ‘Levántate y ponte ahí en medio’. Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: ‘Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla’. Y mirando a todos ellos, le dijo: ‘Extiende tu mano’. Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.”


COMENTARIO

Los que persiguen a Jesús aprovechan cualquier situación para ponerlo en entredicho y hacer ver que, según ellos, incumple muchos preceptos de la Ley. Aquel del sábado, además, era de los más importantes.

Jesús sabe, sin embargo, que su misión no consistía en contentar a los poderosos sino en tener en cuenta a los necesitados y aquel hombre, que tenía la mano derecha seca, no era poco necesitado. Y lo cura.

Ellos, los que lo persiguen, no creen que sea importante curar sino hacerlo en sábado. Y Jesús, que tenía más claras las prioridades a seguir y a tener en cuenta, no duda lo más mínimo en hacer lo que debe hacer. Por eso los malvados se preguntaban qué iban a hacer con Jesús…


JESÚS, ayúdanos a tener en cuenta la misericordia de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán


4 de septiembre de 2016

Cargar con la cruz de cada uno



Lc 14, 25-33

“Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: ‘Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. ‘Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar.’ O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?  Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.’”

COMENTARIO

Las enseñanzas de Jesús eran, en muchos aspectos, duras de escuchar y más difíciles de seguir. Sin embargo, el Hijo de Dios no se arredra y continua con su enseñanza. Y lo de la cruz de cada uno era difícil de escuchar; mucho más lo de los bienes.

Para seguir a Cristo, lo dice Él, hay que coger la cruz que cada uno cargamos. Es posible, incluso, que haya quien lleve más de una cruz. Todas, pues, han de ser cargadas sobre nuestros hombros e ir tras la cruz de Cristo.

Y lo otro tampoco es fácil: los bienes. Y es que Jesús quiere el total desprendimiento de sus discípulos. Hay que renunciar a lo que era viejo y preparar el corazón para lo nuevo, para la doctrina santa y verdadera Ley de Dios que Cristo trajo al mundo.


JESÚS,  ayúdanos a cargar con nuestras cruces.


Eleuterio Fernández Guzmán

Dios



Eleuterio Fernández Guzmán