21 de mayo de 2016

Recibir el Reino como un niño

Sábado VII del tiempo ordinario

Mc 10,13-16
En aquel tiempo, algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él’. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.”

COMENTARIO

En tiempos de Jesús, en aquello siglos del Imperio romano y el sometimiento del pueblo elegido por Dios, se tenía poca consideración por el niño. Es decir, no es que los padres no quisieran a sus hijos sino que los tenían en poco valor para el funcionamiento ordinario de la casa.

Jesús, sin embargo, que había venido al mundo al salvar al necesitado no podía olvidar, precisamente, a los que más necesitaban ayuda. Y tiene a los niños por personas fundamentales con relación al Reino de Dios y a la vida eterna.

Nos dice el texto bíblico que Jesús bendecía a los niños. En realidad, hacía lo que debía porque sostenía que de ellos es el Reino de  Dios. Y quería decir que sólo quien tuviese corazón de niño podría comprender ciertas cosas.


JESÚS, ayúdanos a tener corazón de niño.



Eleuterio Fernández Guzmán

20 de mayo de 2016

Lo dice Cristo


Viernes VII del tiempo ordinario

Mc 10,1-12
“En aquel tiempo, Jesús, levantándose de allí, va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde Él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ’¿Puede el marido repudiar a la mujer?’. Él les respondió: ‘¿Qué os prescribió Moisés?’. Ellos le dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’. 
Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: ’Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio’”.

COMENTARIO

Jesús conocía perfectamente cuál era la situación de la Ley de Dios en el seno del pueblo que el Todopoderoso se había escogido como suyo. Y sabía que no todo lo que se decía era lo que se correspondía con la voluntad de Dios.

Le preguntan, ahora, sobre el repudio o, lo que es lo mismo el divorcio o separación del hombre y de la mujer que han constituido un matrimonio indisoluble a los ojos de Dios. Y es que ellos creen que es posible el mismo porque así lo estableció Moisés.

Sin embargo Jesús, como era de esperar, tenía una sorpresa para ellos. Dios unió al hombre y a la mujer y el hombre no puede separarlos por ley que, además, se diga proviene de Dios. Y, además, el adulterio se entiende desde un punto de vista extendido a lo que, habitualmente se entiende por el mismo.


JESÚS, ayúdanos a comprender y entender le Ley de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

19 de mayo de 2016

Proceder según quiere Dios

Jueves VII del tiempo ordinario

Mc 9,41-50
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros’”.

COMENTARIO

Jesús, como se suele decir, no tiene pelos en la lengua. Le importa bien poco lo que puedan decir de sus palabras porque sabe lo que tiene encomendado por parte del Padre. Por eso no calla nada al respecto de los que ayuden a sus discípulos. Tampoco lo que le pasará a quien escandalice a los pequeños en la fe. Y es terrible esto último.

Hay algo, además, que nunca deberíamos olvidar: aquello que nos aleja de Dios debemos, a su vez, alejarnos de nosotros. Sea lo que sea no podemos dejarlo con nosotros en nuestro corazón porque estropeará nuestra relación con el Todopoderoso.

Y, por si fuera poco lo dicho por Cristo, algo crucial: sus discípulos no podemos dejar de serlo en el sentido de hacer como si no lo fuéramos. Tal es una forma de manifestar alejamiento de Dios Padre.


JESÚS, ayúdanos a comprender cuál ha de ser nuestra actuación y nuestro proceder.


Eleuterio Fernández Guzmán


17 de mayo de 2016

El egoísmo no es nada bueno

Miércoles VII del tiempo ordinario


Mc 9,38-40
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros’. Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros’.

COMENTARIO

El egoísmo es una característica muy propia del ser humano. Por eso cuando alguien, como se dice en este texto bíblico, trata de hacer cosas buenas por los demás en nombre del Maestro hay discípulos suyos que no les parece bien.

Sin embargo, Jesús entiende las cosas de una forma muy distinta. Si a él le habían llamado la atención por curar en sábado ¿acaso los suyos iban a hacer lo mismo con otros que hicieran algo bueno?

Algo fundamental dice Jesús que debería ser correctamente entendido: quien no está contra Él está a su favor. Por eso debían tener en cuenta que habría muchas personas que habiéndolo conocido sólo de oídas, hicieran el bien en su nombre.


JESÚS, ayúdanos a no ser egoístas.



Eleuterio Fernández Guzmán

Querer ser el primero sirviendo

Martes VII del tiempo ordinario

Mc 9,30-37

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: ‘El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará’. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. 

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: ‘¿De qué discutíais por el camino?’. Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: ‘Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todo’’. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: ‘El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado’”.

COMENTARIO

Podemos imaginar que cuando Jesús iba diciendo a sus apóstoles que moriría de una determinada forma ellos se entristecieran. Pero también podemos imaginar que alguno de ellos  pensara que quién iba a ser el primero.

Jesús, sin embargo, tenía algo que decirles que, seguramente, les iba a sorprender: el verdadero orden de las cosas espirituales. Quería decir que lo importante no era querer ser importante sino, al contrario, querer ser servidor de cada hermano.

Para demostrar lo que quería decir (pues estaban muy necesitados de signos y señales o, en fin, de algo que apoyara lo que decía el Maestro) les pone delante un niño: alguien muy despreciado por la gran mayoría de personas pero, también, muy querido por Dios. Deben recibirlo como Dios los recibe.


JESÚS,  ayúdanos a comprender lo que nos dices.



Eleuterio Fernández Guzmán

16 de mayo de 2016

El poder de la misericordia de Dios


Lunes VII del tiempo ordinario

Mc 9,14-29

En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: ‘¿De qué discutís con ellos?’. ‘Uno de entre la gente le respondió: ‘Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido’. 

Él les responde: ‘¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!’. Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: ‘¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?’. Le dijo: ‘Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». Jesús le dijo: ‘¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!’. Al instante, gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda a mi poca fe!’. 

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: ‘Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él’. Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’. Les dijo: ‘Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración’".

COMENTARIO

Antes de que Tomás dudara de lo que le habían dicho acerca de la resurrección del Maestro, otros también manifestaron cierto tipo de dudas espirituales. Al parecer, necesitaban pruebas del poder de Jesús.

La cerrazón del corazón pone muchos obstáculos a la acción de Dios. Por eso, aquellos hombres, que no sabían cómo curar al hijo de aquel hombre, no pueden liberarlo del espíritu que lo tiene preso.

Jesús, sin embargo, les da la respuesta adecuada. Y es que para vencer cierto tipo de males espirituales hace falta algo más que la simple oración: hace falta orar con convicción total de la bondad de lo  que se hace.

JESÚS,  ayúdanos a no dudar nunca de tu bondad y tu misericordia.



Eleuterio Fernández Guzmán

15 de mayo de 2016

Amar a Cristo



Jn 14, 15-16. 23b-26

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre,  ‘Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.’”

       
COMENTARIO

Cristo quiere que le amemos

Jesús quería que su misión fuera fructífera. Por eso quiere que guardemos sus mandamientos. Lo quiere no por egoísmo sino porque sabe que hacer eso, guárdalo, supone estar a bien con la voluntad de Dios Padre.

Cristo pide al Padre por nosotros

Pero Jesús no queda impasible ante nuestras necesidades. No. Él, como Hijo de Dios, está sentado a la derecha del Todopoderoso e intercede por sus hermanos los hombres ante nuestras necesidades.

El Espíritu Santo nos auxilia

Había prometido Jesús que enviaría el Espíritu Santo cuando volviera a la Casa del Padre. Y que esta Persona de la Santísima Trinidad iba a hacer mucho por cada uno de los seres humanos creados por Dios. Es más, no dejará que olvidemos lo que, verdaderamente, importa.


JESÚS, ayúdanos a escuchar las mociones del Espíritu Santo



Eleuterio Fernández Guzmán