19 de marzo de 2016

José es fiel

19 de Marzo: San José, esposo de la Virgen María

Mt 1,16.18-21.24 a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. 
Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.

COMENTARIO

José ama a María

Sin duda alguna, José amaba mucho a María. Sabía que era una joven muy piadosa y, a lo mejor, hasta que había consagrado su virginidad a Dios. Por eso no puede repudiarla en público.

José escucha a Dios

José está abierto al Amor de Dios. Por eso escucha, en su sueño, a quien le ha sido enviado para advertirle de que no puede hacer lo que estaba pensando hacer porque tal no es la voluntad del Todopoderoso.

José es fiel a Dios

José es fiel a Dios. Por eso, como nos dice el texto bíblico, en cuanto despierta de aquel sueño en el que se le dijo lo que tenía que hacer, lo hace. No lo duda lo más mínimo: como Dios le ha hablado… eso es lo que debe hacer. José es fiel y ejemplo de fidelidad al Padre.



JESÚS,  ayúdanos a ser fieles como tu padre adoptivo.


Eleuterio Fernández Guzmán



18 de marzo de 2016

Por las obras debían haberlo creído



Jn 10, 31-42

“Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: ‘Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?’. Los judíos le respondieron: ‘No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios’. Jesús les respondió: ‘¿No está escrito en la Ley: ‘Yo dije: Ustedes son dioses’? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra y la Escritura no puede ser anulada ¿Cómo dicen: ‘Tú blasfemas’, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: ‘Yo soy Hijo de Dios’?  ‘Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre’.  Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí.  Muchos fueron a verlo, y la gente decía: ‘Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad’.     Y en ese lugar muchos creyeron en él”.

COMENTARIO

En un momento determinado quieren matarlo. Sí, sabemos que acabaron consiguiéndolo pero no fue la primera vez que querían terminar con subida. Ahora cogen piedras para apedrearlo por algo que no pueden admitir.

Ellos quieren matarlo porque se dice hijo de Dios y, así se hace Dios. Al menos comprendían que el Hijo era, también, el Padre. Y Jesús insiste en que, al menos, crean en Él por lo que hacer porque tales cosas sólo puede hacerlas quien tiene el poder del Todopoderoso.

Hubo otros, sin embargo, que creyeron en Él. Era cierto lo que se decía de su persona, de que había hecho cosas extraordinarias y que su Palabra no era como la de los demás. Por eso creyeron en Él y le siguieron.

JESÚS,  ayúdanos a creer en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

17 de marzo de 2016

Mantenerse en la Palabra de Dios


Jueves V de Cuaresma
Jn 8,31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: ‘Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’. Ellos le respondieron: ‘Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?’. Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre’.

Ellos le respondieron: ‘Nuestro padre es Abraham’. Jesús les dice: ‘Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre’. Ellos le dijeron: ‘Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios’. Jesús les respondió: ‘Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado’”.

COMENTARIO

Jesús insiste muchas veces en lo mismo porque, al parecer, hay quien no quiere entender lo que es importante. Deben escucharlo a Él y así demostrarán que son discípulos suyos. Otra forma no hay.

Ellos, además, no entienden que la peor esclavitud es la del pecado. Y ellos llevan mucho tiempo violentando la Ley que Dios les dio. Por eso deben ser libres y sólo podrán serlo si aceptan a Jesús como el Mesías.

Jesús se lo dice con toda claridad: tratan de matarlo. Por eso les dice, por activa y por pasiva, que han de seguirle a Él que ha conocido a Abrahám en el definitivo Reino de Dios, en la Casa del Padre.

JESÚS, ayúdanos a no ser tan tercos como aquellos que te perseguían.


Eleuterio Fernández Guzmán

16 de marzo de 2016

Los que no comprenden y creen comprender

Miércoles V de Cuaresma

Jn 8,31-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: ‘Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’. Ellos le respondieron: ‘Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?’. Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre’.

Ellos le respondieron: ‘Nuestro padre es Abraham’. Jesús les dice: ‘Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre’. Ellos le dijeron: ‘Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios’. Jesús les respondió: ‘Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado’”.

COMENTARIO

Muchos de los considerados sabios en tiempos de Jesús creían que los sabían todo acerca de Dios y de su Ley. Por eso perseguían a Jesús al creer que el Hijo de Dios estaba equivocado en sus apreciaciones.

Jesús, sin embargo, los conocía bien. Por eso les avisa acerca del pecado y de lo que supone cometerlo. No basta con saberse hijo de Abrahám para ir por el mundo sin más preocupación que esa. Es más, Jesús habla en nombre de su Padre y ellos ¿en nombre de quién hablan?

Hay algo que les dice Jesús que debió molestarles muchos: “si Dios fuera vuestro Padre…” Y es que decir eso a quien se consideraba el pueblo elegido era como echarles encima todo lo malo que podía haber en el mundo. Y por eso, exactamente por eso, lo querían matar.


JESÚS,  ayúdanos a no ser como aquellos que te perseguían.


Eleuterio Fernández  Guzmán

15 de marzo de 2016

No ser como aquellos fariseos


Martes V de Cuaresma

Jn 8,21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: ’Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’. Los judíos se decían: ‘¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?’. El les decía: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados’. 

Entonces le decían: ‘¿Quién eres tú?’. Jesús les respondió: ‘Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo’. No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él’. Al hablar así, muchos creyeron en Él.”


COMENTARIO

En esta conversación que mantiene Jesús con los fariseos les dice muchas cosas que ellos no quieren escuchar. Les está poniendo sobre la mesa quién es Él y, además, les dice lo que va a pasar.

Ellos, sin embargo, parece que no entienden nada o disimulan al respecto. Y es que le preguntan quién es cuando él mismo ha dicho que es de arriba, del Cielo. Él no es la tierra porque ha sido enviado por Dios. Es, en suma, el Mesías.

Para más señas, les dice lo que va a pasar. Les dice que cuando muera (levantado será en la Cruz) entonces entenderán que, de verdad, es el Hijo de Dios. Y muchos, ciertamente, creyeron en Él pero los que le perseguían, nada quisieron saber de eso.


JESÚS, ayúdanos a no ser como aquellos fariseos.


Eleuterio Fernández Guzmán

14 de marzo de 2016

Cristo, luz del mundo

Lunes V (C) de Cuaresma
Jn 8,12-20
En aquel tiempo, Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida’. Los fariseos le dijeron: ‘Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale’. Jesús les respondió: ‘Aunque yo dé testimonio de mí mismo, mi testimonio vale, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y si juzgo, mi juicio es verdadero, porque no estoy yo solo, sino yo y el que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo y también el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de mí’. 

Entonces le decían: ‘¿Dónde está tu Padre?’. Respondió Jesús: ‘No me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre’. Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.”

COMENTARIO

Si había algo que Jesús no quería que pasase es que aquellos que le habían conocido siguieran caminando entre tinieblas. Y se aplica a explicar, una y otra vez, que siguiéndole a Él se encuentra la Luz que ha de salvar.

Jesús dice aquí algo que es muy importante: sabe de dónde ha venido. Eso ha de querer decir que sabía que era el Hijo de Dios y que había sido enviado al mundo para que el mundo se salvase y no pereciese por sus pecados.

Lo que constata Cristo es que aquellos que le escuchan, muchos de ellos, no han acabado de comprender lo que significa que Él es el Mesías. Por eso no pueden encontrar el camino que lleva al Cielo y por eso se van a sumir en el abismo.


JESÚS, ayúdanos a creer que eres el Hijo de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

13 de marzo de 2016

La misericordia de Dios



Jn 8, 1-11        

Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?’       Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.’ E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.’”

COMENTARIO

Aquellos que habían hecho de la Ley de Dios un trasunto humano y la habían trastocado de tal forma que no parecía, sino, algo hecho por manos del hombre, no entendían muchas de las cosas que hacía ni que decía Jesús. Y ahora lo iban a comprobar.

Seguramente aquella mujer había sido sorprendida en flagrante adulterio. Cristo no lo pone en duda porque tampoco iban a presentarle a alguien que eso no hubiera hecho. Pero ahí importaba, sí, el pecado, pero otra realidad que iba más allá de la contravención de la ley.

Jesús hace prevalecer el amor y la misericordia de Dios. La misma consiste, por ejemplo, en perdonar a quien ha pecado pero, eso también, en decirle que no lo vuelva a hacer. Y eso es lo que hace Jesús dejando sorprendidos a los acusadores que han pasado, tácitamente, a ser acusados de pecadores. Y es que, a lo mejor, no había suficientes piedras para todos ellos.


JESÚS, ayúdanos a ser misericordiosos.



Eleuterio Fernández Guzmán