23 de diciembre de 2016

Cumpliendo lo dicho


Lc 1,57-66

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: ‘No; se ha de llamar Juan’. Le decían: ‘No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre’. Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: ‘Pues, ¿qué será este niño?. Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

COMENTARIO

Como se le había dicho a Zacarías, a pesar de sus dudas, llegó el momento establecido por Dios para que naciera a quien llamarían Juan que era el nombre que se le había dicho al padre.

Lo extraordinario sucede. Todos sabía que, por hecho extraordinario, Zacarías había quedado mudo. Pero, como le había dicho el Ángel, en el momento oportuno recobra la voz y dice que su hijo va a llamarse Juan. Ya no podía dudar nada de nada.

No es de extrañar que un niño nacido de mujer a la que consideraban estéril, que había producido la mudez de su padre y que había nacido según lo establecido, iba a ser alguien muy importante. Y es que comprendieron que la mano del Señor estaba sobre él.

JESÚS, ayúdanos a ser mucho más creyentes que el pobre Zacarías


Eleuterio Fernández Guzmán

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