6 de octubre de 2016

Perseverar en la oración J

Jueves XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,5-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.
‘Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!’”.

COMENTARIO

La mejor forma de enseñar es aquella que hace uso de situaciones de la vida ordinaria que puedan resultar conocidas para quien ha de recibir la enseñanza. Y eso es lo que hace Jesús.  En este caso con aquello del amigo que acude en busca de ayuda.

La oración tiene mucho que ver con esto. Pedir a Dios ha de cumplir con un requisito esencial: ha de ser perseverante. Y es que sólo quien insiste puede obtener, si le es conveniente, del Todopoderoso, lo que necesita.

Jesús, para mostrar que eso es así, insiste en decir que quien llama al a puerta del corazón de Dios es escuchado y quien busca al Padre porque lo necesita… también será escuchado. Y es que Dios no se deja ganar en generosidad y amor a sus hijos.


JESÚS,  ayúdanos a ser perseverantes en la oración.



Eleuterio Fernández Guzmán

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