30 de septiembre de 2016

Nunca rechazar a Cristo

Viernes XXVI del tiempo ordinario

Lc 10,13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: ’¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado’”.

COMENTARIO

Sabemos que cuando Jesús empezó su predicación o, mejor, cuando llevaba un tiempo predicando, hubieron muchos que le seguían. Sin embargo, también sabemos que hubo quien no aceptaban lo que decía y, lo que es peor, lo que hacía en cuento signo de su divinidad.

Quien creyera que eso no iba a tener consecuencias no acababa de comprender que Dios es bueno pero que también es justo. Por eso aquellos que no aceptaban el mensaje de Cristo (que era el del Todopoderoso) no querían estar de acuerdo con la voluntad del Creador y eso tendría consecuencias terribles.

Aceptar a Cristo no supone, sólo, hacer lo propio con el Enviado de Dios sino, también, hacerlo con Quien lo envío, Dios mismo. Por eso quien rechaza al Hijo hace lo mismo con el Padre.


JESÚS, ayúdanos a aceptarte como Hijo del Padre y como Dios mismo.



Eleuterio Fernández Guzmán

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