15 de septiembre de 2016

La voluntad de Dios en Cristo


Lc 2,33-35


En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones’”.


COMENTARIO

Cuando José y María van al Templo a cumplir con lo escrito en la ley saben que hacen lo que está prescrito. No quieren dejar de hacer lo que deben hacer y presentan a Jesús en la Casa de su Padre.

Aquel anciano, Simeón, había pedido a Dios ver a su Salvador. Por eso, cuando ve a Jesús el Espíritu Santo le sopla que es, sin duda alguna, Aquel que estaba esperando desde hacía tantos años.

Y Simeón, profeta porque profetiza lo que ha de pasar y pasará, alegra el corazón de María pero también lo entristece: aquel Niño es el Salvador del mundo pero a su Madre algo terrible pasará en su corazón.

JESÚS, gracias por haber cumplido con la voluntad de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

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