11 de marzo de 2016

La misión de Cristo debía ser cumplida por Cristo

Viernes IV de Cuaresma

Jn 7,1-2.10.14.25-30

En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.

Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: ‘¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es’. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: ‘Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado’. Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.”

COMENTARIO

Era  más que conocido que a Jesús lo estaban buscando para matarle. En realidad, le debían tener bastante miedo porque, de querer haberlo hecho antes no hubieran tenido demasiado problema para apresarlo.

Había, de hecho, quien eso decía: lo buscan para matarle. Es decir, había un convencimiento de que los que lo querían mal estaban desando echarle mano para ajusticiarlo. Pero aun no habían encontrado el momento oportuno.

Jesús, sin embargo, lo tenía muy claro: venía de parte de Dios y eso nadie lo podía impedir. Por eso cumplía con la misión que le había encomendado. No tenía miedo con relación a su futuro porque todo ya estaba escrito y no iba a ser Él quien no se bebiese el cáliz que le era ofrecido.


JESÚS, ayúdanos a comprender tu misión y tu perseverancia en cumplirla.


Eleuterio Fernández Guzmán

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