4 de enero de 2016

Buscar a Cristo

Jn 1,35-42

En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?’. Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’ —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’ —que quiere decir, ‘Piedra’”.

COMENTARIO

Nada más empezar a darse a conocer, desde su bautismo, Jesús atrae a muchos. Es bien cierto que no todos le siguieron pero no es incierto que otros muchos sí quisieron buscarlo. Si Juan lo señala como el “Cordero de Dios” aquellos a los había tocado el corazón quisieron encontrarlo.

Jesús no rehúsa decir dónde vida. Es un misterio, precisamente, dónde vivía Jesús en aquel tiempo. Sin embargo los acepta como discípulos suyos. Ellos querían encontrarlo y lo encontraron. Por eso, ciertamente, aquellos que lo encontraron quisieron comunicar a otros que habían dado con el Mesías.

Jesús encuentre, entre aquellos que le siguen (en aquel principio) a quien iba a ser columna importante de su Iglesia. Cefas, a quien llamaría Pedro para otorgarle una importante misión que cumplir, es uno de los que quieren seguirle dejándolo todo.

JESÚS,  ayúdanos a seguirte como hicieron aquellos primeros discípulos.

Eleuterio Fernández Guzmán




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