31 de octubre de 2015

Ser los últimos


Sábado XXX del tiempo ordinario
Lc 14,1.7-11

Un sábado, sucedió que, habiendo ido Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: ‘Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado’”.

COMENTARIO

Lo que queremos

Humanamente no es nada extraño que muchos del tiempo de Jesús quisieran los primeros puestos. Es una forma muy humana de comportarse y eso le hace ver a Jesús que tenía una oportunidad para enseñar algo muy importante.

Lo que debemos querer

Los hijos de Dios, aunque vean lo que muchos hacen, no deben comportarse como lo hacen muchos. En realidad, hay que hacer más bien lo contrario: buscar ser los últimos para ser los primeros donde verdaderamente importa: en el Cielo.

Lo que Dios quiere

Dios mira a sus hijos con misericordia. Sabe que somos débiles y que solemos caer en las tentaciones del Maligno. Una de ellas es la de sobresalir por sobre los demás. Y eso no lo puede ver bien quien prefiere para nosotros la humildad y el corazón tierno.

JESÚS,  ayúdanos a no querer ser los primeros.



Eleuterio Fernández Guzmán

30 de octubre de 2015

El verdadero sentido de la Ley de Dios

Viernes XXX del tiempo ordinario

Lc 14,1-6

Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: ‘¿Es lícito curar en sábado, o no?’. Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ‘¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?’. Y no pudieron replicar a esto.

COMENTARIO

Al parecer, para el ser humano de la época de Jesús, para el judío entendido en la “Ley” de Dios, había cosas que se podían hacer en sábado y otras que no. Pero lo que parece es que algunas son demasiado de la conveniencia de quien así actúa.

Pero Jesús sabe que no es el hombre no está hecho para el sábado sino, en todo caso, el sábado está hecho para el hombre. Pero, sobre todo, se ha de tener en cuenta algo que es muy importante y que muchas veces olvidaban aquellos que le criticaban.

La misericordia no podía ser olvidada. Por eso Jesús se molesta porque haya personas que se preocupen tanto porque ha curado a una persona necesitada de curación precisamente en sábado. Sin embargo, ellos sí hacían otras cosas propias de su conveniencia.


JESÚS, ayúdanos a comprender perfectamente el sentido de la Ley de Dios.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

29 de octubre de 2015

Ser, siempre, de Cristo

Jueves XXX del tiempo ordinario
Lc 13,31-35

En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte’. Y Él les dijo: ‘Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’. 

'¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!’”.

COMENTARIO

Este texto del evangelio de san Lucas muestra a un Jesús triste. Y es que se entristece el Hijo de Dios porque sabe lo que están pensando muchos acerca de su predicación de aquello que lleva haciendo a lo largo de los caminos.

Jesús sabe que Herodes lo quería ver. Lo quería hacer por curiosidad pero, más que nada, porque quería terminar con aquel del que decían que era Rey. Pero Jesús no se aleja de tal persona sino que sigue con su predicación y su labor.

Pero Jesús está triste. Sabe que está llevando a cabo una misión de la que muchos huyen. Aunque haya quien le sigue también hay quien quiere acabar con su vida. Por eso les pone sobre el aviso de lo que va a pasar a lo largo de su vida y, luego, de su muerte.


JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

28 de octubre de 2015

Y los escogió




Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 


Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.



COMENTARIO

Jesús, para continuar con la misión que tenía encomendada por Dios su Padre sabía que debía escoger a algunos de entre sus discípulos para que dieran continuación a tal labor. Y los escoge.

Jesús podía haber escogido, seguramente, a muchos de los considerados poderosos. Alguno podía ser su discípulo. Pero, sin embargo, escoge entre personas sencillas (casi todos pescadores) porque sabía que en aquella sencillez podía sembrar la semilla del Reino de Dios.

La fama de santidad de Jesús se había transmitido de boca en boca. Por eso, 
incluso en aquellos momentos primeros de su predicación había muchos que lo buscaban. Querían ser sanados de dolencias físicas pero iban a conocer algo que estaba más allá de las mismas: a Dios mismo hecho hombre.


JESÚS, ayúdanos a ser apóstoles tuyos.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de octubre de 2015

Pequeños granos de mostaza y algo de levadura


Martes XXX del tiempo Ordinario

Lc 13,18-21

En aquel tiempo, Jesús decía: ‘¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas’. Dijo también: ‘¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo’”.

COMENTARIO

A Jesús le gusta mucho hablar del Reino de  Dios, hablar de Dios mismo. Le gusta porque es su Padre y porque quiere que todo ser humano alcance las praderas del definitivo Reino de Dios.

La fe no es algo físicamente grande. En realidad es como la pequeña semilla a la que hace referencia Jesús. Es muy pequeña porque cuando entra en el corazón del hombre apenas puede llegar a contar. Sin embargo, con un trato bueno de la fe puede llegar a crecer tanto que se salga del corazón del hombre y llegue a su prójimo.

Pero también la fe es como la levadura. La misma es un pequeño polvo, casi nada. Sin embargo, cuando entra en contacto con la harina llega a ser mucho. Y así llega a ser la fe de quien es discípulo de Cristo: en contacto con el prójimo puede llegar a ser mucho.


JESÚS, ayúdanos a ser semilla y levadura en el corazón del prójimo.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de octubre de 2015

Lo es la misecordia

Lunes XXX del tiempo ordinario

Lc 13,10-17

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: ‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad’. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. 

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: ‘Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado’. Le replicó el Señor: ‘¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?’. Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.”

COMENTARIO

Los que perseguían a Jesús buscaban ocasiones para ponerlo a los pies de los caballos. Por eso cuando aquella mujer puede verse curada por el Hijo de Dios lo único que les preocupa es si la cura en sábado.

Aquella mujer estaba muy necesitada de ayuda. No podía erguirse y eso, lógicamente, le produciría graves consecuencias físicas y, también, materiales a la hora, por ejemplo, de ejercer alguna profesión.

A Jesús le debió molestar la actitud de los que no entendían lo importante que es la misericordia de Dios. Es más, no podía entender cómo era posible que aquellas personas que hacían cosas en sábado no eran capaces de entender que las necesidades aquellas eran más que importantes y se debía prestar la atención adecuada.

JESÚS,  ayúdanos a tener en cuenta las necesidades ajenas.


Eleuterio Fernández Guzmán

25 de octubre de 2015

Debemos querer ver



Mc 10, 46-52

“Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ‘¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!’ Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’ Jesús se detuvo y dijo: ‘Llamadle.’ Llaman al ciego, diciéndole: ‘¡Animo, levántate! Te llama.’ Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’ Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado.’ Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.”

COMENTARIO

Había muchos que conocían lo que habían hecho Jesús a lo largo del tiempo en el que había enseñado. Por eso Timeo, ciego de Jericó, le pide que le ayude. Y lo hace a gritos porque sabe que es la única persona que puede hacerlo.

Timeo creía en Jesús. Por eso no cesa de llamarlo. Muchos, a su alrededor, le dicen que se calle porque creían que iba a molestar al Maestro. Sin embargo, al parecer, no conocían aquello de la misericordia de Dios y que no se para ante nada.

Timeo le pide ver. Y Jesús, que sabe que tiene fe y que cree en Él, lo cura. No extraña que una persona que no había podido ver, seguramente, en toda su vida, ante aquel hecho maravilloso y prodigioso, siguiera a su benefactor. Era puro agradecimiento por haber sido un bien nacido.


JESÚS,  ayúdanos a ver.



Eleuterio Fernández Guzmán