24 de noviembre de 2015

Debemos estar atentos para no ser engañados


Martes XXXIV del tiempo ordinario

Lc 21,5-11

En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: ‘Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida’. 
Le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?’. Él dijo: ‘Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato’. Entonces les dijo: ‘Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo’”.

COMENTARIO

A diferencia de lo que se pueda creer, Jesús no dice eso del Templo de Jerusalén porque fuera profeta (no lo era) sino porque sabía lo que iba a pasar al ser Dios. Pero el aviso no debería haber caído en saco roto.

Jesús avisa acerca de los que han de venir en su nombre. Es decir, quiere decirnos que debemos tener cuidado con aquellos que se presente diciendo que son Cristo mismo y que han venido a salvar al mundo.

Poner, sin embargo, el acento en algo que ha de pasar: cuando llegue el tiempo de su regreso a la tierra antes habrá habido muchas catástrofes. Sin embargo insiste en decirnos que no debemos preocuparnos sino, en todo caso, orar a Dios.

JESÚS, ayúdanos a no dejarnos engañar por los que se presentan como si fuesen tú.


Eleuterio Fernández Guzmán

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