1 de noviembre de 2015

Bienaventurados




Mt 5, 1-12a

“Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados = los mansos =, porque = ellos poseerán en herencia la tierra.= Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos  regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos’”.

COMENTARIO

Cuando Jesús sube, aquel día o aquellos días, al monte a predicar sabe que debe transmitir, en esencia, aquel mensaje que Dios le había dicho debía transmitir aunque, seguramente, es mejor decir que Él sabía que debía transmitir por ser Dios hecho hombre.

Las palabras de Jesús no quieren dar al traste con los Mandamientos que entregara Dios a Moisés. Creer eso es no tener por bueno aquello que dijo Jesús acerca de que había venido al mundo no a derogar la Ley de Dios sino a darle total cumplimiento.

Lo que Jesús dice es que son bienaventurados aquellos, en general, que pasan por malos momentos y son capaces de sobrenaturalizarlos. Y quiere eso decir que deben mirar los mismos desde Dios y para Dios. Sólo así serán, verdaderamente, bienaventurados.


JESÚS,  ayúdanos a ser bienaventurados.



Eleuterio Fernández Guzmán

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