18 de julio de 2015

Y los curó a todos…





Sábado XV del tiempo ordinario

Mt 12,14-21

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: “He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza’”.


COMENTARIO

Había muchos, de los más poderosos, que no querían para nada a Jesús. Ni les gustaba lo que predicaba ni lo que hacía por mucho que fuera bueno y mejor. Ellos actuaban según sus egoístas intereses.

Pero Jesús debía cumplir una misión. Se la había encomendado su Padre y no iba a dejar que unos burdos intereses mundanos consiguieran una victoria sobre la voluntad de Dios.

Todo, según estaba escrito, se estaba cumpliendo. Por eso aquello, palabra por palabra, se estaba llevando a cabo. Y es que Jesús anunció la Buena Noticia al mundo, fue humilde y manso, nunca atacó a quien tuviera dudas pero podía recuperarse para Dios. Y, en verdad, todo aquel que lo conoció mantuvo la esperanza en la vida eterna.


JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

No hay comentarios:

Publicar un comentario