24 de abril de 2015

Cuerpo y Sangre de Cristo

Viernes III de Pascua

Jn 15,1-8

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’. Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre’. Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.”

COMENTARIO

Es más que cierto que había cosas que Jesús decía que no eran entendidas por casi nadie. Y eso no es extraño porque eran realidades que se encontraban muy lejos de aquellos que le escuchaban.

Aquello de comer su carne y beber su sangre era cosa delicada. Tampoco extraña que muchos se alejaran de Él porque no entendían aquello. Pero tampoco se dejaban atraer por aquella resurrección prometida por el mismo que eso les decía.

Jesús fue enviado por el Padre. Eso tampoco lo comprenden. Pero Él, que pone como ejemplo de lo que Dios dio a sus antepasados (aquel maná que los salvó de la muerte por inanición en el desierto) sabe la verdad por es la Verdad.

JESÚS, ayúdanos a que la verdad permanezca en nosotros



Eleuterio Fernández Guzmán

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