31 de diciembre de 2015

Empieza un nuevo año espiritual








Que Dios acompañe, en el nuevo año que ya llega, vuestra vida y anide para siempre en vuestros corazones.

¡Feliz y santo 2016!


Eleuterio Fernández Guzmán

30 de diciembre de 2015

Darse cuenta de Quién es Cristo

Lc 2,36-40

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él”.

COMENTARIO

Aquella mujer, Ana, también esperaba la salvación de Israel. Al igual que el anciano Simeón servían a Dios en el Templo como compromiso espiritual y como acción profética.

Ana se da cuenta de que aquel niño que llevan sus padres el Templo de Jerusalém para presentarlo a Dios es Quien el Creador había prometido enviar para que el mundo se salvase. Se da cuenta porque debe haber recibido una inspiración del Espíritu Santo.

Lo último que nos dice este texto del Evangelio de San Lucas es que el Niño Jesús vuelve con sus padres a Nazaret y que crece. Y no lo hace una forma cualquiera sino, exactamente, como Dios quiere que lo haga: va llenándose de la gracia de Dios que está con él y en sabiduría crece.


JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de Quién eres.



Eleuterio Fernández Guzmán

29 de diciembre de 2015

Reconocer a Cristo

Lc 2,22-35

“Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel’.

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones’”.

COMENTARIO

Los padres de Jesús cumplían con las leyes judías. En ninguna ocasión se les puede ver alejándose de ellas para no hacer lo que dicen que se debe hacer. Y ahora cumplen con aquella que consiste en llevar al recién nacido a presentarlo al Señor en el Templo.

En el Templo hay un anciano que espera la salvación de Israel. Al parecer le tiene prometido Dios que verá a su Hijo. Y cuando se da cuenta de que lo ha visto sólo puede pedirle al Señor que se lo lleve con Él. Todo lo que quería ver su vida lo ha visto.

No todo, sin embargo, serían buenas noticias. El anciano Simeón profetiza acerca de lo que le va a pasar a su madre, a la Madre. Y es que hay algo que va ser terrible en su vida. Todo a cambio de que se desvele quiénes son aquellos que están con el Hijo de Dios y quién están en su contra.


JESÚS,  ayúdanos a estar siempre contigo y con tu mensaje.


Eleuterio Fernández Guzmán

27 de diciembre de 2015

Saber lo que hay que hacer



Lc 2,41-52

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. 

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando’. Él les dijo: ‘Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”.

COMENTARIO

Que los padres de Jesús acudieran con él a Jerusalén cuando cumple 12 años no es producto de la casualidad sino para cumplir con el rito de incorporación espiritual a la sociedad que, a tal edad, se producía en el pueblo judío.

Jesús, sin embargo, sabe que tiene mucho que hacer y se queda en el Templo. El texto nos dice, o así se entiende, que se ha perdido. Pero lo que el Hijo de Dios hace es ejercer, precisamente, de Hijo del Todopoderoso. Tampoco es extraño que la Virgen María se enfadara con Él: se había quedado atrás y eso los había asustado mucho.

El final de este texto es muy especial. Nos dice que Jesús, siendo Dios hecho hombre, se sujetó a ellos o, lo que es lo mismo, les prestó obediencia filial. Pero también se nos dice que María guardaba todo aquello en su corazón enriqueciéndolo con aquel tipo de hechos.

JESÚS,  ayúdanos a saber qué debemos hacer.


Eleuterio Fernández Guzmán

25 de diciembre de 2015

Nace Dios; se hace hombre quien nos ama


Lc 2,1-14

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. 

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace’”.


COMENTARIO

Si hay algo que distingue el comportamiento de la Sagrada Familia es el cumplimiento que, de la ley, llevan a cabo, acatan. Por eso ahora no dudan lo mismo en acudir a Belén a empadronarse. Aunque pudieran no estar de acuerdo con el invasor romano eso no les impedía cumplir con lo establecido.

Jesús nace en un lugar pobre. Había venido el Rey no del mundo sino del Universo a nacer donde nadie esperaba que naciera el Hijo de Dios. Otros pobres, los pastores, sí se dieron cuenta de que, en efecto, había venido Quien Dios había prometido que vendría.

La alegaría en el Cielo por ver nacer al Hijo es grande. Desde muchos siglos, en tiempo humano, atrás se había estado esperando que el Creador enviara a su Hijo para que el mundo se salvase. Y los que complacieron a Dios creyendo en su venida agradaron al Padre.


JESÚS,  gracias por haber nacido; gracias por haber nacido

Eleuterio Fernández Guzmán




24 de diciembre de 2015

Zacarías proclama la verdad

Lc 1,67-79

En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: ‘Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz’”.


COMENTARIO

Cuando nace Juan el Bautista podemos suponer que a Isaías se le abrieron los ojos, además de soltársele la lengua, y el corazón. Todo se había cumplido como se lo habían dicho a pesar de su falta de fe o desconfianza.

Ahora proclama la Verdad. Sabe que Dios está cumpliendo lo que había prometido, que todo lo que habían dicho y escrito los santos profetas era verdad y que nada de lo que dijeron iba a dejar de llevarse a cabo. Su mismo ejemplo lo decía todo.

También profetiza acerca de su hijo Juan. Sabe, por su experiencia con el Ángel del Señor, que aquel a quien ha puesto por nombre Juan será un hombre grande. Pero también sabe que no lo será por él mismo sino por ser el Precursor de la Luz que ha de venir al mundo y de la que le dio cuenta el Espíritu Santo cuando, estando en el seno de su madre Isabel recibió la visita de la madre de Cristo.


JESÚS,  ayúdanos a recibirte como te mereces.


Eleuterio Fernández Guzmán

23 de diciembre de 2015

Y fue llamado Juan

Lc 1,57-66

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: ‘No; se ha de llamar Juan’. Le decían: ‘No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre’. Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: ‘Pues, ¿qué será este niño?’. Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.


COMENTARIO

Es lo normal que lo que dice Dios que va a pasar acabe pasando. Y eso iba a ser lo que iba a suceder en el caso de Isabel y Zacarías. Llegó el tiempo de dar a luz… y dio a luz.

Todo, pues, lo que es voluntad de Dios ha de cumplirse. Por eso cuando van a poner el nombre al recién nacido unos dicen este nombre y otros el otro pero Zacarías sabe que debe llamarse Juan. Era lo que le habían dicho de parte de Dios y ahí no iba a manifestar duda alguna.

El caso es que cuando a Zacarías se le suelta la lengua después de haber estado unos meses “disfrutando” de una mudez impuesta por su falta de fe, a muchos se les abrieron los ojos. Sin duda alguna sobre aquel niño al que iban a poner de nombre Juan la mano de Dios se había manifestado.

JESÚS,  ayúdanos  a tener muchas más fe que Zacarías.

Eleuterio Fernández Guzmán



22 de diciembre de 2015

Magnificat



Lc 1,46-56

“En aquel tiempo, dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos’.


COMENTARIO

María, sin duda inspirada por el Espíritu Santo, proclama esta oración que está llena de verdad y de la voluntad del Creador. En ella se muestra hasta qué punto puede llegar a cumplir lo prometido el Todopoderoso.

Se alegra el corazón de María porque Dios ha hecho con ella lo que parece, lo que es, imposible para el hombre. Ella se entregó a la voluntad del Creador y eso le valió llevarlo en su seno para que el mundo se salvar con el nacimiento del Mesías.

Y por encima de todo la misericordia del Todopoderoso: hace lo bueno con los que necesitan que se les haga y lo contrario con quienes se creen por encima de los demás y abusan de ellos. Ahí radica la voluntad de Quien pudiéndolo hacerlo todo hace lo que vale la pena hacer.

JESÚS,  ayúdanos a gozar con esta oración.

Eleuterio Fernández Guzmán



20 de diciembre de 2015

Se levantó... y sirvió

Lc  1,39-45

“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.


COMENTARIO

Siempre se dice que María, aquella joven que había dicho sí al Ángel Gabriel, tenía mucha fe; que se había consagrado (en cuanto a su virginidad) a Dios desde bien pequeña y que, por decirlo con lenguaje moderno, no tenía todo muy claro.

Podemos imaginar qué pasaría por el corazón de María cuando Gabriel le dijo que su prima Isabel, la que llamaban estéril por no haber concebido hijo alguno a su longeva edad, estaba embarazada. Sólo pudo pensar que era cosa de Dios que hace cosas así de imposibles para el hombre.

María no duda lo más mínimo. Si Isabel está embarazada necesitará ayuda. Nadie, a lo mejor, puede prestársela y será ella, la que lleva al Hijo de Dios en su seno, la que acuda en su auxilio. Y el Espíritu Santo, que había estado trabajando mucho en el corazón de Isabel, se lo dijo todo. Pero todo, todo.


JESÚS,  ayúdanos a escuchar al Espíritu Santo-Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán



La fe del fiat de María

Domingo IV de Adviento


Lc 1, 39-45

“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;  y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?  Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.

COMENTARIO

Nos dice el texto que María, aquella joven que había dicho sí al Ángel del Señor y, así, a Dios mismo, no lo duda ni un instante: conocedora del embarazo de su prima Isabel acude rauda en su ayuda.

A Isabel le debió soplar el Espíritu Santo muchas cosas al corazón. Por eso llama bendita a María a quien, como su prima que era, la podía tener por mujer piadosa pero no por más. A no ser, claro está, que se le dijera a Quien llevaba dentro.

Isabel sabe mucho más de lo que podría parecer. Y es que le dice a María que se van a cumplir aquello que le había dicho Dios por parte de su Ángel. Y es que el Espíritu Santo cumplió su misión de lo lindo.

JESÚS,  ayúdanos a creer que se cumplirá lo que Dios nos ha prometido; ayúdanos a no dudar.



Eleuterio Fernández Guzmán

19 de diciembre de 2015

Nunca dudar de Dios debemos


Lc 1,5-25

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. 

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’. 

Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad’. El ángel le respondió: ‘Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo’. 

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: ‘Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres’”.

COMENTARIO

Hay que reconocer que aquel hombre anciano, Zacarías, podía tener motivos para dudar. No podía tenerlos desde el punto de vista espiritual pero sí simplemente humano. Él anciano, su esposa anciana…

El Ángel del Señor sabe que Zacarías ha dudado de su misión a cumplir. Es, pues, aquella mudez, un castigo por haber puesto en entredicho cómo sería posible que Dios hiciera que su mujer pudiese quedar embarazada cuando para el Creador nada hay imposible…

Qué debió pensar Zacarías cuando se cumplió todo lo que le dijo el Ángel del Señor podemos imaginarlo. A lo mejor hubiera querido que la tierra se lo hubiese tragado.


JESÚS,  ayúdanos a no dudar nunca del Padre.


Eleuterio Fernández Guzmán

18 de diciembre de 2015

José, el fiel hijo de Dios


Mt 1,18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer”.

COMENTARIO

El nacimiento del Hijo de Dios debía producirse según lo había establecido el Todopoderoso. El Ángel Gabriel había pedido a María un sí que había dado y, entregándose al Espíritu Santo, se declaró esclava del Señor.

A José, sin embargo, le parecía extraño lo que, seguramente, le había dicho María. No acababa de comprender hasta que el Ángel del Señor se le aparece y le ofrece la correspondiente explicación. Todo estaba hecho por voluntad de Dios.

José ya no duda más. Sabe que lo que se le ha dicho es cierto y verdad. Debe cumplir con lo dicho. Por eso el texto nos dice que toma consigo a María como mujer. Y cumple, por tanto, con la misión que le había sido encomendada.


JESÚS, ayúdanos a tener fe como la tuvo José.



Eleuterio Fernández Guzmán

17 de diciembre de 2015

Cristo es Rey, hombre y Dios

Jueves III de Adviento


Mt 1,1-17

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. 

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. 

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

COMENTARIO

Cristo es Rey

Según las Sagradas Escrituras judías el Hijo de Dios, el Mesías, debía descender de estirpe de reyes. No había rey más importante que David para el pueblo elegido por Dios. Y de David desciende, como aquí se dice, el Hijo del Todopoderoso.

Cristo es hombre

Cristo es, también, hombre. Lo es porque a lo largo de los siglos se siguen sus antepasados hasta que nace de María siendo su esposo José. Sin embargo, no se dice que José engendró a Jesús sino, sólo, que era el esposo de María. Y es que el Espíritu Santo cubrió con su sombra a la joven de Nazaret.

Cristo es Dios

Pero Cristo, el Hijo de Dios, es Dios mismo hecho hombre. Por eso se cumple en él todo lo que estaba escrito a lo largo de los siglos. Los profetas, por eso mismo, recogen, por inspiración divina, lo que iba a pasar. Y pasó.

JESÚS, gracias por venir al mundo a salvarlo y a salvarnos.


Eleuterio Fernández Guzmán

16 de diciembre de 2015

Se cumple la Palabra de Dios

Miércoles III de Adviento

Lc  7,19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: ‘¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’. Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: ‘Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’’. 
En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!’”.

COMENTARIO

Juan el Bautista quería saber si Jesús era el Mesías. Es posible que alguien se extrañe que diga eso quien lo ha bautizado. Sin embargo, es posible que le perdiera la pista y no hubiera tenido noticia de Él en mucho tiempo.       

Aquellos hombres tienen dudas. No saben si Jesús es el Mesías. A lo mejor algunos lo habían visto caminar y hacer cosas extraordinarias pero como enviados del Bautista saben que deben preguntarle.

Jesús no hace grandes discursos. Simplemente se limita a decir lo que ha hecho y a ponerlo en paralelo de lo escrito en las Sagradas Escrituras judías. Juan sabrá, sin duda alguna, que Jesús sí era el Enviado de Dios, el Mesías.


JESÚS,  ayúdanos a confiar siempre en Ti.



Eleuterio Fernández Guzmán

15 de diciembre de 2015

Martes III de Adviento

Mt 21,28-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ‘¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?’. ‘El primero’, le dicen. Díceles Jesús: ‘En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él’”.

COMENTARIO

Las cosas de la fe no son siempre como pensamos que son porque hay muchas ocasiones en las que podemos engañarnos. Y eso es lo que pasa con este caso particular de los hijos que hacen lo que deben o no hacen lo que deben.

Cada uno de ellos, de los hijos, actúa de una forma. Sin embargo, quien parece que lo hace mal es quien, al final, actúa de forma correcta. Y es que el resultado de nuestros actos tienen mucho que ver con el resultado de los mismos.

Jesús dice esto para que no creamos que por aparentar ser buenos vamos a engañar a Dios que lo ve todo en lo secreto de nuestro corazón. Sólo quien ama al Creador verdaderamente y a su prójimo entrará en el definitivo Reino del Todopoderoso.

JESÚS, ayúdanos a no mentir sobre nuestra fe.


Eleuterio Fernández Guzmán

14 de diciembre de 2015

Comprender a Dios

Lunes III de Adviento

Mt 21,23-27

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo. Mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: ‘¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?’. Jesús les respondió: ‘También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?’. Ellos discurrían entre sí: ‘Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Y si decimos: ‘De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta’. Respondieron, pues, a Jesús: ‘No sabemos’. Y Él les replicó asimismo: ‘Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto’”.

COMENTARIO

Los que perseguían a Jesús se creían muy astutos. Ciertamente lo eran para una mentalidad, digamos, media o inferior pero no para el mismo Dios hecho hombre. En tal caso, tenían muy poco que hacer.

Ellos quieren que Jesús caiga en alguna de sus trampas espirituales. Quieren que diga que es el Mesías para acusarlo, precisamente, de decir eso. Por eso le pregunta por la autoridad por la que hace lo que hace.

Jesús sabe que ellos saben más de lo que dicen y que lo que dicen lo dicen por sus egoístas intereses. Por eso no accede a decirles que la autoridad por la que hace cosas extraordinarias es la de Dios mismo. Ellos no quieren escuchar eso. Y no lo escuchan.


JESÚS,  ayúdanos a comprender la Palabra de Dios

Eleuterio Fernández Guzmán



13 de diciembre de 2015

Llevada por el Espíritu Santo


III Domingo de Adviento

Lc 1, 39-45.
                   
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.

COMENTARIO

Cuando el Ángel Gabriel comunicó a María que su prima Isabel estaba embarazada, ¡de seis meses!, no dudó ni un segundo en saber qué debía hacer. Se preparó y acudió a Ain Karen donde vivía junto a su esposo Zacarías.

La llegada de María fue muy importante para Isabel. Reconoció que llevaba al Hijo de Dios en su seno aquella que se había desposado con José. Por eso el niño que llevaba ella saltó de gozo y alegría: había conocido al Mesías.

Isabel sabe que María ha dicho sí a Dios y que el niño que lleva en su seno (de apenas unos días) es Quien el Creador había prometido enviar al mundo para que el mundo se salvase. Por eso también sabe que todo se va a cumplir, que ya se está cumpliendo.

JESÚS, ayúdanos a tener confianza en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán