1 de noviembre de 2014

Los bienaventurados


1 de Noviembre: Todos los Santos

Mt 5,1-12a

“En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos’”.

COMENTARIO

Jesús tuvo que decir, en una ocasión, que no había venido a abolir la Ley de Dios sino a darle cumplimiento. Y eso es lo que hace cuando, subido en un promontorio, proclama las Bienaventuranzas, no dichas para sustituir a los Mandamientos sino para darles, en efecto, cumplimiento.

Cada uno de los “preceptos” que aquí indica Jesús lo son para que sepamos a qué atenernos acerca de lo que es verdaderamente para un discípulo de Cristo. Centran, por así decirlo, nuestra fe  y la hacen efectiva, con relación a Dios Padre Todopoderoso.

Jesús termina las mismas con una gran verdad que ha sido comprobada a lo largo de los siglos: debemos sentirnos bienaventurados si somos perseguidos por Él. Ahí está el centro de nuestra fe: ser perseguidos por Cristo.




JESÚS, ayúdanos a atender a las bienaventuranzas en nuestra vida ordinaria.

Eleuterio Fernández Guzmán


31 de octubre de 2014

Misericordia bien entendida


Viernes XXX del tiempo ordinario

Lc 14,1-6

"Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: '¿Es lícito curar en sábado, o no?'. Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?'. Y no pudieron replicar a esto".


COMENTARIO

Jesús sabe que muchos de los que le persiguen lo hacen porque, según ellos, hace lo que no se puede hacer en sábado. Y eso les molesta mucho.

Jesús pregunta. Lo hace acerca de lo que, en verdad importa: la misericordia. Cuando hace eso quiere que, de sus corazones, salga aquello que, de verdad, piensan y tienen allí encerrado.

Sabe Jesús que aquellos que lo critican por lo que hace en sábado no harían otra cosa que transgredir la Ley si a ellos les correspondiera pasar por determinada situación. Por eso los critica.

JESÚS, ayúdanos a tener, de la Ley, un sentido justo.



Eleuterio Fernández Guzmán


30 de octubre de 2014

El Amor de Dios… y el hombre


Jueves XXX del tiempo ordinario


Lc 13,31-35

En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte’. Y Él les dijo: ‘Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’. 

‘¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
’”.


COMENTARIO

A pesar de que muchos querían mal a Jesús había otras personas que sí creían en lo que decían. Le avisan de las intenciones de Herodes y se lo comunican. No saben, por supuesto, que todo está escrito y la huida no está prevista, para nada, en el corazón de Jesús.

El Mal no deja de trabajar en contra del Bien. A Herodes no le gusta nada la idea que haya alguien que le pueda hacer sombre. Pero a Jesús lo único que le importa es que la misión que debe cumplir ha de cumplirla.

Jesús se entristece porque sabe que lo mejor para el pueblo elegido por Dios es que se le siga y se tome muy en serio lo que dice. Por eso proclama tal tristeza refiriendo que, en otros tiempos, y ahora mismo, Dios ha querido llevar de la mano a su pueblo pero su pueblo no ha querido.






JESÚS, ayúdanos a permanecer siempre cerca de Ti y de tu santo corazón.


Eleuterio Fernández Guzmán


29 de octubre de 2014

Los que se salvan



Miércoles XXX del tiempo ordinario

Lc 13,22-30

En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’. El les dijo: ‘Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos’”.


COMENTARIO

Querer salvarse no es nada extraño pues la vida eterna es anhelo de cualquiera que quiera ver a Dios. Por eso aquellos le preguntan si se salvarán muchos o pocos… para ver si están entre los elegidos del Creador.

Jesús sabe cómo se entra en el definitivo Reino de Dios. Lo dice muchas veces a lo largo de su predicación. Y la cosa no parece fácil pues siempre hace referencia a la dificultad, al a puerta estrecha que es la del sacrificio y la entrega al prójimo.

Muchos, sin embargo, pareciera que no comprendan lo que quiere decir el Señor. Y es así porque no comprenden que importa la misericordia y el amor, la caridad… en suma. Para ellos habrá el rechinar de dientes… y el llanto.




JESÚS, ayúdanos a ser del grupo de los que entran en el definitivo Reino de Dios… por haberlo merecido.

Eleuterio Fernández Guzmán


28 de octubre de 2014

Y escogió a doce

Lc 6,12-19

"En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos".


COMENTARIO

Jesús debía continuar con su labor, con la misión que Dios-Padre le había encargado. Pero, para eso, debía escoger a un grupo de ente sus discípulos para que transmitiesen la Palabra del Creador y la santa doctrina de Jesucristo. Y escogió a doce.

Cada uno de ellos tenía un trabajo determinado pero todos ellos acabaron siendo pescadores de hombres porque iban a atraer a la humanidad hacia Dios y hacia su Reino que, en Jesucristo, había llegado a la Tierra.

Muchos, ya entonces, seguían a Jesús. Algunos porque tenían curiosidad por ver a un Maestro famoso; otros porque, de verdad, creían en Él. Pero Cristo, a pesar de saber eso no cejó en cumplir la misión encargada por su padre.


JESÚS, ayúdanos a tenerte por Hijo que, en el nombre del Padre, nos dice qué es lo que nos conviene.





Eleuterio Fernández Guzmán

27 de octubre de 2014

Misericordia de Dios y del hombre


Lunes XXX del tiempo ordinario


Lc 13,10-17

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: ‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad’. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: ‘Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado’. Le replicó el Señor: ‘¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?’. Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía”.

COMENTARIO

Según lo que recoge aquí el evangelio de San Lucas, las cosas de la Ley y la interpretación de la misma, no tenían el mismo sentido para unos que para otros. Algunos de ellos, los más poderosos, querían que la misma se aplicara sin lo más fundamental que debía contener.

En realidad, la misericordia es el lo que ha de guiar la aplicación de la Ley. Y Jesús hace aquí lo que debe hacer quien cree que lo mejor es cumplir con la Ley de Dios. Si hay que curar en sábado eso no va a ser impedimento para el Hijo del Creador.

Había algunos, sin embargo, que no entendían las cosas de igual manera. Para ellos en sábado, por ejemplo, no se podía ¡curar! Es decir que la misericordia no contaba para los que, precisamente, eran los que más debían conocer las entrañas del Todopoderoso que son de misericordia.


JESÚS, ayúdanos a tener en cuenta en nuestra vida la misericordia para con el prójimo.

Eleuterio Fernández Guzmán


26 de octubre de 2014

La verdadera Ley de Dios


 Mt 22, 34-40

Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’  Él le dijo: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: ’Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’.

COMENTARIO

Perseguían a Jesús aquellos a los que no les convenía un adoctrina de paz y a los que creían ver perjudicados sus intereses mundanos. Por eso le pregunta cosas como las que hoy trae el evangelio de San Mateo.

Preguntar a Jesús por lo que preguntaron significaba que no lo conocían bien pues, de haberlo conocido jamás se les hubiera ocurrido preguntarle acerca de la Ley, ¡de la Suya!

Jesús les pone, sobre la mesa, una gran verdad: Dios y el prójimo son los mandamientos fundamentales de la Ley del Creador. Pero lo son en tal orden pero sin excluir a ninguno de los dos: Dios, primero pero el prójimo (amor, sobre todo, con el mismo) después.


JESÚS, ayúdanos a no olvidar nunca al Padre y, tampoco, a nuestro prójimo.

Eleuterio Fernández Guzmán