25 de octubre de 2014

La paciencia de Dios



Sábado XXIX del tiempo ordinario


Lc 13,1-9

En aquel tiempo, llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ‘¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo’. 

Les dijo esta parábola: ‘Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’”.



COMENTARIO

En el pueblo judío había mucha confusión acerca de la Ley de Dios y del cumplimiento de la misma por parte del hombre. Se habían llegado a tener consideraciones sobre la misma que estaban muy equivocadas. Y Jesús las pone sobre la mesa.

Creer que una persona sufría un mal porque era pecadora era un error muy común. Por eso Jesús les dice que no eran más culpables de lo que les había pasado aquellas personas que perecieron a manos de Pilato que ellos mismos.


Jesús predica conversión. Lo hace porque sabe que lo que aquellos que hablan con Él le dicen no es adecuado ni se corresponde con la voluntad de Dios. Por eso el Creador tiene tanta paciencia con sus hijos… porque son y somos tardos en comprender lo que, de verdad, importa.


JESÚS, ayúdanos a comprender, en efecto, que la voluntad de Dios es crucial para nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán


24 de octubre de 2014

Tener en cuenta nuestros pecados

iernes XXIX del tiempo ordinario


Lc 12,54-59

“En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo’”.


COMENTARIO

Aquellos que perseguían a Jesús porque no era de su agrado lo que decía y lo que hacía al parecer eran expertos en conocer aquellos acontecimientos que la naturaleza les deparaba. Sin embargo, estaban poco atentos a las cosas de Dios.

Juzgar sólo puede hacerse cuando se es justo. Por eso Jesús les echa en cara que no son capaces de juzgar acerca de lo que está pasando ante sus propios ojos y que tiene a Él como fundamento y esencia.

Jesús advierte acerca de la importancia de pedir perdón. Cuando vayamos a ser juzgados por el tribunal de Dios mejor nos irá si antes hemos pedido perdón por lo mal que hemos hecho las cosas. Sólo así no recibiremos una grave condena por parte del Creador.



JESÚS, ayúdanos a tener siempre en cuenta nuestro juicio particular.

Eleuterio Fernández Guzmán


23 de octubre de 2014

El fuego devorador de Cristo





Jueves XXIX del tiempo ordinario


Lc 12,49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra’”.

COMENTARIO

La misión que Dios había encomendado a Jesús no era nada fácil. Tener que lidiar con aquellos que creían tener el control de la Ley de Dios y de su Palabra siendo, en realidad, que la cosa iba por otro camino, era, en efecto, muy difícil de enfrentar.

Jesús no había venido a abolir la Ley de  Dios. Había venido, como dice el Hijo de Dios, a que el mundo ardiera. Dicho así parecía muy fuerte aquella expresión. Sin embargo, tenía un sentido espiritual que fue, además, lo que acabó cumpliendo.

Se iban a enfrentar unos contra otros… por Él. No quería decir Jesús que iba  sembrar cizaña sino que  por su doctrina santa unos iban a estar a favor y otros en contra. Y tal fuego arrasaría con todo lo que de malo y negativo había en el mundo.




JESÚS, ayúdanos a ser del grupo de los que creen en  Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán


22 de octubre de 2014

Estar siempre atentos a Dios y a su voluntad



 Miércoles XXIX del tiempo Ordinario

Lc 12,39-48


"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre’.

Dijo Pedro: ‘Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?’. Respondió el Señor:’«¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

‘Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más’.


COMENTARIO

Estar atentos a la llegada de Cristo

En muchas ocasiones Jesús nos hace ver que es muy importante tener en cuenta que Él ha de volver y que, entonces, seremos juzgados.


Descuidarse en asuntos espirituales

Es posible que no nos interese estar siempre pendientes de cuál es la voluntad de Dios. Miraremos para otro lado y no atenderemos lo  único que nos importa que es, precisamente, nuestra salvación eterna.

Consecuencias de lo que hacemos

Jesús lo dice con toda claridad: lo que hagamos tiene consecuencias para la eternidad: si hacemos bien, seremos recompensados; si hacemos mal, nos espera el llanto y el rechinar de dientes.


JESÚS, ayúdanos a tener siempre en cuenta que nos conviene cumplir la voluntad de Dios.




Eleuterio Fernández Guzmán


21 de octubre de 2014

Estar a lo que nos conviene


Martes XXIX del tiempo Ordinario


Lc 12,35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!’”.


COMENTARIO

No sabemos cuando va a volver Jesucristo para juzgar a vivos y a muertos. Quiere decir que también habrá personas con vida cuando eso suceda. No lo sabemos y, por eso mismo, Jesús nos avisa de qué es lo que tenemos que hacer al tal respecto.

Podemos optar por no hacer nada, por no limpiar nuestra alma de las suciedades que la “adornan”. Es una forma de actuar bastante ciega porque cuando venga el Juzgador Hijo de Dios no tendremos escapatoria alguna.

Podemos, sin embargo, tener en cuenta que ha de venir. Debemos, entonces, prepararnos para tal fin y cuidar nuestra alma procurando limpiarla en el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia. Sólo así podremos ser verdaderamente dichosos.


JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de la necesidad de preparación que tenemos de cara a nuestro juicio particular.

Eleuterio Fernández Guzmán


20 de octubre de 2014

Equivocarse en lo que interesa

Lunes XXIX del tiempo Ordinario


Lc 12,13-21

En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: ‘Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo’. Él le respondió: ‘¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: ‘Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes’.

Les dijo una parábola: ‘Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios’”,


COMENTARIO

Era de esperar que los hombres del tiempo de Jesús (como los de ahora) tuviera mucho interés por las cosas del mundo.  En realidad, ni entonces ni ahora se ha llegado a descubrir, en la totalidad de personas, lo que verdaderamente importa.

Los bienes son importantes para vivir porque sin ellos, simplemente, no se puede vivir. Otra cosa muy distinta es tenerlos como dioses particulares a los que someterse. Por eso Jesús les dice la parábola de quien estaba tan pagado de su riqueza que olvidó la única que importa.

Entre el bien material y el bien espiritual, entre los bienes y el alma, sólo vale la pena la segunda. Por eso Jesús avisa acerca de lo que importa y hay que tener en cuenta: lo material se pierde y el alma… también puede llegar a perderse.



JESÚS, ayúdanos a tener en cuenta el bien del alma.

Eleuterio Fernández Guzmán


19 de octubre de 2014

Dar a Dios lo que es de Dios

Mt 22, 15-21.

“Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra.  Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: ‘Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas  el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?’ Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: ‘Hipócritas, ¿por qué me tentáis?  Mostradme la moneda del tributo.’ Ellos le presentaron un denario.      Y les dice: ‘¿De quién es esta imagen y la inscripción?’ Dícenle: ‘Del César.’ Entonces les dice: ‘Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.’”
      

COMENTARIO

No podemos negar que los que no querían a Jesús para nada no desaprovechaban ocasión para ponerlo en evidencia. A la más mínima le preguntaban para ver si la respuesta que daba el Maestro era la correcta con lo que creían ellos que era la voluntad de Dios.

El pago de impuestos para el pueblo judío (en cuanto hacerlo al invasor romano) era algo que no estimaban para nada y que tenían como algo obligatorio pero asqueante. Por eso le preguntan a Jesús si deben pagar impuesto. Pregunta con intención de poner trampa en tal pregunta.

Jesús, sin embargo, les vuelve a sorprender. Una cosa es el hombre y otra, muy distinta, Dios. Hay que dar a cada cual lo que le corresponde y no olvidar lo que es de Dios teniendo en cuenta, siempre, al hombre por encima del Creador.





JESÚS, ayúdanos a tener a Dios, siempre, como Quien es el más importante en nuestra vida.

Eleuterio Fernández Guzmán