10 de junio de 2014

Ser sal y ser luz





Martes X del tiempo ordinario
Mt 5,13-16

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos’”.

COMENTARIO

Los discípulos de Jesús tenían que aprender aquello que era más importante. En realidad, todo lo que Jesús les decía era fundamental para su vida y existencia.
Ser sal y ser luz. Tales comportamientos para los discípulos de Cristo eran, y son, importantes. Así los que así se llaman actúan en el mundo con discernimiento y de acuerdo a la voluntad de Dios.
Jesús recomienda algo que es muy importante: no se puede esconder ser sal o ser luz. Todos aquellos que no conocen a Cristo deben conocerlo y, para eso, sus discípulos deben cumplir con su santa obligación.

JESÚS, quieres, de nosotros, lo mejor. Por eso nos recomiendas ser sal y ser luz. Ayúdanos a serlo.


Eleuterio Fernández Guzmán

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