17 de abril de 2014

Servir



Jueves Santo



Jn 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. 

Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?’. Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde’. Le dice Pedro: ‘No me lavarás los pies jamás’. Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo’. Le dice Simón Pedro: ‘Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza’. Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos’. 

Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros’”.

COMENTARIO


El Mal siempre trabaja

El Demonio no cesa de cumplir su misión. Por eso acosa a Judas hasta que consigue que en el corazón de aquel apóstol que había elegido Jesús entre la idea de que debe entregarlo. Y Judas lo acepta al ver, seguramente, perdidas sus esperanzas de un Mesías guerrero.


Pedro no se conoce a sí mismo

Aquel apóstol que luego negaría tres veces a Jesús no quiere que su Maestro le lave los pies (cosa propia de sirvientes) Sin embargo, el amor que tiene por el Jesús, ante la sola posibilidad de que le dé de lado, le hace exclamar que le lave todo el cuerpo si tal es la volunta del Mesías.


Servir

Aquella noche, con aquel gesto de lavar los pies a los apóstoles, Jesús quiere enseñarles (así lo dice para que le entiendan) que deben servir a los demás. Incluso en aquello, que es materia de esclavos o de los últimos de la casa, deben tener por bueno lo que hacen porque Dios lo ve todo y lo sabe todo.





JESÚS, les das ejemplo a los presentes de qué es lo que debe hacer un discípulo tuyo: servir es la palabra y servicio, el objeto de la vida y existencia de un hijo de Dios. Ayúdanos a servir, ayúdanos a servir.





Eleuterio Fernández Guzmán


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