30 de enero de 2014

Dios todo lo conoce





Jueves III del tiempo ordinario


Mc 4,21-25

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga’. 
Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará’”.

COMENTARIO

Jesús sabe que aquello que enseña, que es muy importante para el devenir de la humanidad y del hombre concreto, no puede ser escondido. A lo mejor alguno creía que le bastaba con quedarse para sí lo aprendido. Muy al contrario era y es la verdad.

En realidad, Dios, que todo lo sabe, conoce lo que es de nuestro corazón lo más íntimo y aquello que, a lo mejor, no queremos que nadie sepa. Sin embargo, el Creador, que ve en lo secreto de nuestro corazón, conoce hasta lo más recóndito del mismo y nada podemos ocultarle.

Había muchos de la época de Jesús que creían tener mucha fe. Eran los considerados sabios de su tiempo, del tiempo y modo de vida judío. Sin embargo, bien sabía el Hijo de Dios que andaban muy equivocados. Por eso a esos todo se les iba a quitar pues, en realidad, no tendrían nada. Y a los que mucho dieron por tener mucho amor, mucho también se les dará.


JESÚS,  quieres que aquello que conozcamos de Ti, lo bueno que eres y el amor que siempre muestras, lo digamos desde las azoteas y no lo guardemos para nosotros mismos. Ayúdanos a no olvidar que somos hermanos tuyos y a que todos los sepan.





Eleuterio Fernández Guzmán


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