19 de octubre de 2013

Seguros de la defensa de Cristo





Sábado XXVIII del tiempo ordinario
Lc 12,8-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

‘Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir’”.

COMENTARIO

A lo mejor existía la creencia entre los que vivían en tiempos de Jesús de que una vez muriera aquel Maestro nada más podría esperarse de Él. Sin embargo eso no era así sino que lo que hagamos ahora tiene mucho que ver con lo que nos corresponda en el más allá.


Cuando actuamos ante nuestro prójimo al respecto de nuestra creencia en Jesucristo, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre, podemos hacer como si eso no fuera importante para nosotros y negarlo o, al contrario, hacer como que es, que lo es, vital para nuestra propia existencia y proclamarlo a los cuatro vientos.

Jesús nos garantiza algo que es fundamental: cuando tengamos que defendernos nos asistirá el Espíritu Santo. ¿Algo que temer, pues? En realidad se nos ha garantizado la asistencia del mismo Dios en tal trance. Ante esto, no podemos tener miedo por nadie ni por nada.


JESÚS,  sabemos, porque lo dijiste Tú, que siempre estás con nosotros. Ayúdanos a creérnoslo.





Eleuterio Fernández Guzmán


18 de octubre de 2013

DOMUND debe ser siempre








Como cada año, el DOMUND tiene una fecha en la que, especialmente, se recuerda la labor de transmisión de la fe y la dedicación que misioneros y misioneras llevan a cabo a lo largo de los continentes. Y para eso se nos pide una ayuda que es muy especial (por su destino) pero que, por supuesto, no debería quedar circunscrita al día que, en concreto, se recuerda esto.
Este año es, por cierto, el domingo 20 de octubre.

Sin embargo lo que se celebra y recuerda tal día (y otros) no puede circunscribirse a la fecha citada sino que, su sentido, ha de extenderse al resto del año; su efectividad, a siempre.

El lema utilizado para la campaña de 2013 es claro y fácil de comprender para un católico: “Fe + Caridad = Misión. Y, por lo tanto, y en aplicación de lo dicho arriba, no es poco cierto que tanto la fe como la caridad, que se pone en práctica a partir de ella, no pueden limitarse a ser demostradas tal día sino que, por extensión, ha de durar siempre, siempre, siempre.

Se nos dice, al respecto del citado lema, que

“No es legítimo separar, y menos, oponer, fe y caridad, dos virtudes teologales íntimamente unidas. ‘La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios’ (Benedicto XVI). Contemplación y acción están llamadas a coexistir e integrarse. La acogida salvífica de Dios, su gracia, su perdón por la fe orienta y promueve las obras de la caridad.”

En realidad, no se nos dice nada extraño ni fuera de lugar sino que es algo común, debería serlo, el hecho según el cual quien tiene fe, lo dice y lo sostiene, tiene que poder, digamos, demostrarlo (no a los hombres aunque sean ellos los destinatarios de su acción, a lo mejor y recordando aquello de que nuestra mano derecha no puede saber lo que hace la izquierda, pero sí a Quien conoce lo secreto de su corazón) con otras y, entonces, echar una mano allí donde necesite ser echada, poner de su parte donde antes no ponía y, en general, hacer patente que el amor lo es Amor, con mayúscula porque procede de Dios y a Él nos debemos.

Además, el Papa Francisco, en el número 5 del Mensaje para el DOMUND de este 2013, nos ha dicho que es importante

“Animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo”.

Y es que son todas las naciones de la Tierra las que han de verse influenciadas por la luz de Dios plasmada en Su Palabra que, a través de la fe en el Creador se lleva allá donde haya un ser humano susceptible de gozar de ella. Y eso no puede limitarse, claro, a un momento, a un día, a un instante.

No es de extrañar, porque es obligación grave para el discípulo de Dios, que la misión consista, precisamente, en acercar a la misma a todos aquellos que no la han conocido pero que tienen el mismo derecho que los sí la hemos conocido, a gozar de las sílabas preclaras de las Sagradas Escrituras.
Por eso la labor de la Iglesia católica ha de tener, como objetivo principal, alcanzar con el esfuerzo de las piedras vivas que la constituyen, los más alejados rincones del mundo donde nunca se ha hablado de la eternidad ni del Reino de Dios.

Acercar, por eso mismo, a Dios mismo es labor que se no se limita al recordatorio sino que tiene que ser tenida en cuenta siempre.
Por eso DOMUND ha de ser siempre: porque Dios así lo quiso y lo quiere.

Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

Obreros para la mies del Señor




Lc 10,1-9

“En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: ‘La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. 

En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’”.


COMENTARIO

Jesús envía a un grupo número grande de sus discípulos para que avanzaran que la Buena Noticia, el Mesías, el Reino de Dios, había llegado. Sin embargo sabe que aquellas personas no van a ser suficientes. La humanidad era muy grande y necesitaba de trabajadores de Dios para Dios y para el hombre.

Jesús pide que aquellos que le escuchan, incluso nosotros ahora mismo, nos dirijamos a Dios para pedir que muchas personas entreguen su vida por los demás en la función de sacerdotes que colaborarán con el Creador a extender su Reino.

Sabe Jesús que no en todos sitios serán bien recibidos sino que en muchos no querrán ni verlos. Pues bien, en aquellos sitios donde sean bien recibidos… allí mismo tiene que predicar la Buena noticia y, además, curarán a los enfermos como signo de Dios.




JESÚS, envías a tus discípulos para que vayan comunicando al mundo que el  Reino de Dios y está entre ellos. Ayúdanos a no rechazar nunca una verdad tan grande y tan cierta.





Eleuterio Fernández Guzmán


17 de octubre de 2013

Profetas




Jueves XXVIII del tiempo ordinario


Lc 11,47-54

En aquel tiempo, el Señor dijo: ‘¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido’.

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.”

COMENTARIO

A lo largo de la historia del pueblo elegido por Dios el Creador había suscitado entre aquel pueblo una serie de personas, los profetas, que iban avisando de que había cosas que no se podían hacer y que la voluntad de Dios era otra muy distinta.

Sin embargo, como era de esperar, a pocos gustaba lo que decían los profetas. Acababan con su vida porque, a lo mejor, creían que así Dios no sabría lo que hacían. Por eso Jesús acusa a muchos de aquello que hicieron sus antepasados porque ahora, en su tiempo, parece que tenían las mismas ideas.

Y muchos, los poderosos, no querían escuchar lo que Jesús decía. Por ser la verdad. Es más, por ser la Verdad misma hecha hombre era de esperar que quisieran perseguirlo pues, además, como profeta (el más profeta y el mejor de todos pues todo lo sabía) no era, también, bien recibido entre los suyos.


JESÚS, ser profeta no es una buena función, humanamente hablando. Perseguidos por los que más poder pueden perder de cambiar las cosas… Ayúdanos a tener en cuenta lo que Tú mismo dijiste que pasaría… y está pasando.





Eleuterio Fernández Guzmán


16 de octubre de 2013

Lo que Dios quiere




Miércoles XXVIII del tiempo ordinario
Lc 11,42-46

En aquel tiempo, el Señor dijo: ‘¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!’. Uno de los legistas le respondió: ‘¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!’. Pero Él dijo: ‘¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!’”.

COMENTARIO

Es más que sabido que los miembros del pueblo elegido por Dios para transmitir su Ley había hecho, de la misma, toda una serie de largos preceptos que hacían muy difícil la existencia de los mismos. Jesús lo sabe y lo hace ver a los que, precisamente, son tenidos por los más importantes.

Aquellos fariseos contra los que Jesús lanzó varias diatribas a lo largo de su tiempo de predicación pública no eran, precisamente, el mejor ejemplo de cumplimiento de la voluntad de Dios. Habían olvidado que lo más importante es el amor y no, precisamente, lo relacionado con lo material.

Y también, aquellos que elaboraban las leyes que obligaban fuertemente a los judíos tenían mucho que esconder de su comportamiento. Jesús sabe que las hacían para que los demás las cumpliesen pero ellos mismos no se sometían a ellas pues eran considerados, digamos, de los mejores.
JESÚS,  frente a lo que hace el ser humano con la voluntad de Dios Tú sabes perfectamente cuál es y cómo ha de cumplirse. Ayúdanos a cumplirla sin hacer trampas.





Eleuterio Fernández Guzmán


15 de octubre de 2013

¡Cuidado con la hipocresía!




Martes XXVIII del tiempo ordinario


Lc 11,37-41

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: ‘¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros’”.


COMENTARIO


Muchas de las personas que conocían a Jesús querían tenerlo en su casa. Era costumbre, al parecer, invitar a los Maestros para que predicasen en casas de aquellos que, con poder, podían permitirse determinadas cosas.

Aquel hombre era un ser humano muy pegado a la ley. En realidad, estaba más que seguro que hacía bien siguiendo toda la cantidad de preceptos que se había inventado el hombre para aplicar la Ley de Dios con ser la misma tan sencilla.

Jesús los conoce. Sabe que no es suficiente con tener una apariencia de limpieza exterior de cara a la sociedad sino que es mucho más importante la que es interior (la bondad, la misericordia, el corazón de carne y no de piedra) y recrimina a quienes actúan pensando que es más importante lo de fuera que lo dentro. Y es, justo, al revés.


JESÚS, aparentar que se es lo que, en realidad, no se es, no es sólo una forma de comportarse muy contraria a la voluntad de Dios sino, sobre todo, una forma de ser falso e hipócrita. Ayúdanos a ser francos con nuestro corazón y tenerlo blando y de carne.




Eleuterio Fernández Guzmán


14 de octubre de 2013

Saber Quien es Cristo


 
Lunes XXVIII del tiempo ordinario



Lc 11,29-32

En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: ‘Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás’”.


COMENTARIO


Al parecer no les bastaba con lo que decía Jesús en sus momentos de oración o cuando se dirigía a sus oyentes. Aquellos que le seguían, muchos al menos, querían ver una señal, que hiciera algo extraordinario. Así sí creerían.

Jesús, sin embargo, sabe que basta su palabra, que es la de Dios, para alcanzar la vida eterna. Basta tal palabra y, claro, cumplirla en la vida de quien la escuche. No es suficiente con quedarse embelesado con lo que dice el Mesías sino que aquello que dice ha de ser puesto por obra.

Sabe Jesús Quien es. Por lo tanto, siendo Dios hecho hombre, es infinitamente más que cualquiera hombre, rey o siervo, que haya habido en el mundo desde que fue creado por el Todopoderoso. Por eso sabe que aquellos que no creen en Él, aún sabiendo Quien es, terminarán por lamentar lo hecho y dicho en su contra. Pero no por maldad de Dios sino por haber hecho que su voluntad particular, la del hombre, se impusiera sobre la de Dios.


JESÚS, muchos no creían que eras el Mesías. Les parecía imposible que el hijo del carpintero fuera el Rey esperado por Israel. Ayúdanos a reconocerte en todo momento y en todo lugar como Quien eres.




Eleuterio Fernández Guzmán

13 de octubre de 2013

Dar gracias a Dios



Domingo XXVIII (C) del tiempo ordinario
Lc 17,11-19

Un día, sucedió que, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’. Al verlos, les dijo: ‘Id y presentaos a los sacerdotes’. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. 

Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’. Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado’.

COMENTARIO


Jesús sabía que había sido enviado por Dios para salvar a la humanidad. Eso suponía, también, hacer lo posible para que las personas oprimidas por una enfermedad y separadas del mundo se sintiesen aliviadas de la misma.

Aquellos leprosos sabían que su vida no iba a ser de lo más agradable. Apartados de la sociedad como apestados llevaban una vida miserable al amparo de quien quisiese socorrerlos. Y Jesús quiso.

Sólo uno de ellos, sin embargo, volvió para dar gracias a Jesús, Gracias a Dios. Supo que debía agradecer todo el bien que le acababan de hacer e hizo lo correcto. Y era, para más problema para los judíos, extranjero. La salvación, pues, había llegado para todos.


JESÚS, cuando curas o socorres a alguien no te importa de qué nación sea. Sólo te preocupa su bienestar material y espiritual. Ayúdanos a reclamar aquello que, en realidad, nos conviene.



Eleuterio Fernández Guzmán