28 de septiembre de 2013

Aceptar lo que supone la muerte de Cristo





Sábado XXV del tiempo ordinario


Lc 9,43b-45

En aquel tiempo, estando todos maravillados por todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: ‘Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres’. Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto”.


COMENTARIO


Era lógico que cuando Jesús hacía cosas maravillosas y curaba a personas, en principio, incurables o conseguía que demonios que poseían a una persona saliesen de ella, todos los que eso veían quedaran  asombrados. Pero lo que tenía que venir era mucho más terrible.

Jesús, sin embargo, sabe lo que le va a pasar. Avisa a los que le escuchan aunque ellos, como en este caso, no entienden qué quiere decir aquello de que iba a ser entregado en “manos de los hombres”.

Los que le escuchan, en este tema, no entienden nada de lo que les dice Jesús acerca de su futuro. Le preguntan porque quieren saber aunque, a lo mejor, no quieran saber acerca de tan mal futuro. Por eso dice el evangelio que “temían” preguntar.


JESÚS, aquellos que te siguen quieren y no quieren saber. Sobre tu futuro, terrible, poco quieren saber. Ayúdanos a aceptar lo que sabemos que ya está escrito.





Eleuterio Fernández Guzmán


27 de septiembre de 2013

No dudar nunca de que Jesús es Dios




Viernes XXV del tiempo ordinario

Lc 9,18-22

Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’. Ellos respondieron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado’. Les dijo: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Pedro le contestó: ‘El Cristo de Dios’. Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: ‘El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día’”.

COMENTARIO

Muchas personas del tiempo de Jesús tenían dudas acerca de su persona. Por eso algunos decían que era el Bautista u otros que Elías. Se equivocaban porque no tenían confianza en lo decía pues todo apuntaba a que era, en verdad, el Mesías enviado por Dios.

Pero Pedro acertó con aquello de que Jesús era el “Cristo de Dios”. No se lo había dicho nadie sino que el mismo Espíritu Santo le había soplado en el corazón aquella gran verdad.

Jesús, sin embargo, sabe que aún no ha llegado el momento de que eso se sepa. Prohíbe decírselo a nadie pues, además, les hace partícipes de lo que será su futuro, su muerte y su terrible final.


JESÚS,  sabes que muchos dudaban de Quién eras. Por eso se lo dices a tus apóstoles. Ayúdanos a no dudar nunca de tu ser Dios mismo hecho hombre.





Eleuterio Fernández Guzmán


26 de septiembre de 2013

Querer ver a Cristo




Jueves XXV del tiempo ordinario
Lc 9,7-9

En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: ‘A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?’. Y buscaba verle”.

COMENTARIO

Herodes, llevado por falsos sentimientos de honor mandó decapitar a Juan el Bautista cuando lo tenía prisionero. Había vuelto a cumplirse aquello de que un profeta no lo era en su tierra y, además, vuelto a producirse la muerte de un enviado de Dios a manos de su pueblo elegido.

Incluso aquellos que eran más malvados y que más incumplían las normas de la Ley divina querían ver a Jesús. Herodes, por ejemplo, sentía curiosidad humana por ver a quien tanto hacía según aquellos que habían visto lo que, en efecto, llevaba a cabo.

Muchos no sabían que Jesús era el Hijo de Dios. Por eso se preguntaban si sería Elías quien había aparecido u otro profeta de los que antes mataron los padres de aquellos que ahora vivían. No querían, seguramente, aprender nada de Él sino, en todo caso, ver algún que otro milagro.





JESÚS, muchos de los que querían verte no lo hacían por fe sino por simple curiosidad humana. Ayúdanos a quererte con verdadero amor a Dios y a Ti mismo.





Eleuterio Fernández Guzmán


25 de septiembre de 2013

La Buena Noticia es llevada por santos


  
Miércoles XXV del tiempo ordinario




Lc 9,1-6


En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: ‘No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos’. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes”.


COMENTARIO


Jesús tenía el poder de Dios porque era Dios mismo hecho hombre. Por eso tiene la posibilidad, al igual que el Padre se la dio a Él de dar autoridad a quien quiera dársela. Y hace lo propio con aquellos doce que había elegido para ser sus apóstoles.

Les pide que tengan en cuenta que Dios cuida de ellos. Por eso no debe preocuparse de qué comerán ni de dónde dormirán. Dios proveerá para ellos.

Ellos iban por el mundo conocido anunciando la Buena Noticia de que Dios había llegado, de Quien tanto estaban esperando estaba, ya, entre ellos. Y aquellos que no creyeron en aquello que estaban oyendo se perdieron, a lo mejor, para siempre.






JESÚS, tus apóstoles te anunciaron e hicieron de Ti instrumento espiritual de primer orden. Ayúdanos a no olvidar que somos hermanos tuyos e hijos de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán


24 de septiembre de 2013

Perseverar en la fe




Martes XXIV del tiempo ordinario



Lc 8,19-21

En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: ‘Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte’. Pero Él les respondió: ‘Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen’”.

COMENTARIO

María y otros parientes de Jesús lo van a buscar. Seguramente pensaban que lo que hacía, curar y predicar, según lo hacía no era muy bien visto por los poderosos de su tiempo y que eso le traería muchos problemas. A otros profetas ya los habían matado a lo largo de los siglos…

Aquellos que lo escuchan, urgidos por lo que deberían estar diciendo María y quienes la acompañaban, se ven obligados en decirle al Maestro que fuera estaban sus familiares, incluida su madre, y que venía a buscarlo para llevárselo de allí.

Jesús, como siempre hace, sorprende a los que le escuchan. No hace de menos a su Madre diciendo lo que dice porque sabe que María si cumple la Palabra de Dios. Aquello va por los que, oyéndola, miran para otro lado y sólo aparentan creer en ella.


JESÚS, los que te seguimos no siempre hacemos lo que debemos hacer según la voluntad de Dios. Ayúdanos a perseverar en la fe.





Eleuterio Fernández Guzmán


23 de septiembre de 2013

No ser hipócritas

 

Lunes XXV del tiempo ordinario


Lc 8,16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará”.


COMENTARIO

Dios todo lo sabe. Tal realidad, que debería ser muy bien entendida por cada uno de sus hijos, no es, sin embargo, de tal forma como se lleva a cabo su conocimiento. Quien más, quien menos trata de hacer como si eso no fuera cierto.

Quien tiene algún tipo de talento con el que se pueden beneficiar sus hermanos los hombres no puede hacer como si no lo tuviera y hacer caso omiso a la recomendación de Cristo que consiste, sobre todo, en no esconder, bajo cualquier celemín (o excusa egoísta) aquello que sabemos que podemos hacer en beneficio ajeno.

Debemos tener cuidado, también, con lo que creemos que somos al respecto de nuestra fe. Podemos creer que tenemos mucha pero en realidad, por lo que hacemos y mostramos al mundo, es más bien escasa la que nos adorna. Tener fe, de verdad, es garantía de recibir más; no tener aunque hacer parece que se tiene, garantía de perderla en su totalidad.



JESÚS, sólo quieres para nosotros lo mejor. Por eso nos avisas acerca de lo que debemos hacer y de lo que no. Ayúdanos a serte fieles y a cumplir la voluntad de Dios.

  




Eleuterio Fernández Guzmán


22 de septiembre de 2013

Saber escoger lo que nos conviene


 




Domingo XXV (C) del tiempo ordinario

Lc 16,1-13

“En aquel tiempo, Jesús decía también a sus discípulos: ‘Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’. 
‘Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. El le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
‘El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero’”.


COMENTARIO

 Ser fiel

La fe no ha de ser tenida en cuenta según unos mínimos los cuales no seamos capaces de superar. Quien tiene una fe pequeña también puede tenerla granda con tal solo querer que eso sea así.

Ser justo


Bien podemos decir que quien no es capaz, ante su prójimo o ante sí mismo, de ser justo, difícilmente puede llegar a altas cotas de justicia. Lo mínimo siempre es la base de lo máximo.

Servir a Dios


Se nos da a escoger entre Dios y el mundo o, aquí, entre Dios y el dinero. La elección, según las consecuencias que todos sabemos (vida eterna-Dios; muerte eterna-mundo), debería estar más que definida y establecida.



JESÚS, según lo que nos dices debemos, tener fe y ser justos. Así seguiremos a Dios. Ayúdanos a no perder nunca el horizonte de vida de nuestro Creador.



Eleuterio Fernández Guzmán