13 de abril de 2013

El poder de Dios en Cristo




Sábado II de Pascua


Jn 6,16-21

“Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: ‘Soy yo. No temáis’. Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían."



COMENTARIO

En este pasaje del evangelio de San Juan, Jesús se manifiesta con el poder de Dios dominando aquellas instancias de la naturaleza que, para el común de mortales, son tan misteriosas y difíciles de entender.

Jesús se presenta, para que desaparezca el miedo de sus apóstoles, diciendo lo mismo que Dios dijera en una ocasión cuando le preguntaron quién era: Yo soy. Eso mismo dice Jesús. Con esto demuestra, una vez más que es Dios mismo hecho hombre.

Jesús nos propone no tener miedo de nada. No debemos tenerlo porque el Creador es nuestro Padre y, por eso mismo, nadie ni nada puede hacernos nada aunque lo intente. Es cierto que podemos salir perjudicados de ciertos enfrentamientos pero siempre, siempre, sabemos que la vida eterna es un regalo de Dios.

  


JESÚS, caminaste sobre las aguas demostrando Quién eres. Pues, ni siquiera con tal demostración te seguimos siempre.




Eleuterio Fernández Guzmán


12 de abril de 2013

La Fe lo sostiene todo







Jn 6, 1-15

“En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?’. Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco’. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?’.



Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente’. Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda’. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo’. Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo".

COMENTARIO

Aquellos hombres que seguían a Jesús más de cerca, sus apóstoles, aún no habían comprendido lo que el Hijo de Dios les estaba diciendo y, sobre todo, no sabían como solucionar aquel problema que les había planteado el Maestro.

Jesús sabe que orando todo se consigue si lo que se quiere responde a la voluntad de Dios. Por eso da las gracias a Dios porque sabe que el Padre nunca dejará de lado a quien a Él se dirige con amor hacia su prójimo. Y comen hasta quedar saciados del pan de Dios.

Aquella multiplicación hizo que muchos creyesen en Jesús de una forma algo más que teórica. Sabían que aquel hombre no era un hombre como los demás sino que tenía, seguramente, un mandato claro de parte de Dios.


JESÚS, la fe faltó a tus apóstoles. No sabían como solucionar aquello mientras que a Ti te bastó y te sobró con la confianza en Dios. ¡Cuántas montañas no moveríamos si tuviéramos, al menos fe como un grano de mostaza de grande!




Eleuterio Fernández Guzmán


11 de abril de 2013

Otro XTantos

 





Como cada año se nos llama a presentar nuestra declaración de la Renta. También es momento, por tanto, de reconocer lo que hace la Iglesia católica por el prójimo y, por supuesto, indicar que la parte del impuesto que corresponde pagar se pague a la Esposa de Cristo aunque, es cierto esto, se puede marcar la casilla que indica que también se dirija tal cantidad de dinero (que no se nos quita, no lo olvidemos) a “otros fines sociales” pues también se beneficia la organización de la Iglesia católica en otros aspectos y circunstancias.

Los datos oficiales nos acercan a lo que hace la Iglesia católica. Más o menos, la misma atiende a lo siguiente:

-23.000 parroquias
-850 monasterios de clausura
-200 hospitales y ambulatorios
-300 guarderías
-900 orfanatos
-1.600 centros de acogida y reinserción Social y Familiar.

Pero, claro, también hay que tener en cuenta a los sacerdotes, obispos, religiosos y religiosas que, como hermanos y hermanas nuestras, llevan a cabo una labor que es, sencillamente, impagable.

Pero es que, además, se atiende a lo siguiente:

-Más de 400.000 personas hospitalizadas y asistidas en centros hospitalarios de la Iglesia católica.
-Más de 850.000 personas asistidas en ambulatorios y dispensarios.
-Más de 60.000 personas asistidas residentes o asistidas en casas para ancianos o discapacitados.
-Más de 11.000 personas asistidas en orfanatos y centros de tutela de la infancia.
-Más de 11.000 personas asistidas en guarderías infantiles.
-Más de 54.000 personas asistidas en centros de educación especial.
-Más de 325.000 personas asistidas en otros centros de asistencia social.
-Más de 80.000 personas asistidas en consultorios familiares.

En realidad, cualquiera que no se haga el ciego voluntario sabe que esto encierra una gran verdad y que, por lo tanto, debemos responder, quien haga la declaración de la renta, de la forma obligada: marcando la casilla que corresponde marcar a un católico o a una persona que, no siéndolo, sabe lo que hay en este aspecto.

Son, por tanto, cifras que muestran la entrega a los demás y el cumplimiento de la voluntad de Dios que se centra, sobre todo, en servir, y, por lo tanto, en amar. Y, siendo cierto que es obligación hacerlo así no es menos cierto que se debe reconocer de la forma que sea y que, ahora mismo, existe ésta.
No olvidemos que la fe también se demuestra con obras.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en   Soto de la Marina

Aceptar a Cristo en nuestro corazón




Jueves II de Pascua

Jn 3,31-36

“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él’”.

COMENTARIO

Jesús le dice a Nicodemo que debe reconocer que Él es el más importante de todos y que, por eso mismo, hay que seguirlo y hacer lo que diga que hay que hacer. Además, da testimonio de Dios mismo que es el Padre.

Hay, por otra parte, que aceptarlo porque lo que dice viene directamente del Creador. No dice Jesús algo distinto a lo que le ha dicho Dios que diga y, por eso mismo, es tan importante hacer, como diría María, lo que diga.

Aceptar a Jesús como Quien es no es algo que lleve aparejado un gran don que es, además, lo más deseado y anhelado por el hombre: la vida eterna, la salvación eterna. Creer en Él es, por eso mismo, esencial para nuestra futura existencia.



JESÚS, salvarnos depende de nosotros mismos. Hay que aceptarte como Redentor y Salvador. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, por lo que eso supone, miramos para otro lado.




Eleuterio Fernández Guzmán


10 de abril de 2013

Escuchar y seguir a Cristo




Miércoles II de Pascua

Jn 3, 16-21

“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios’”.

COMENTARIO

Sigue el diálogo de Jesús con Nicodemo porque, al ser un miembro importante del Tempo era crucial que siguiera siendo discípulo suyo y transmitiera la doctrina de Dios al resto de sus hermanos en la fe.

Insiste mucho Jesús en la importancia de creer en el Enviado de Dios al mundo porque tendrá vida eterna quien así proceda. No se anda con medias tintas: quien cree en Él se salva y quien no cree en Él, no se salva.

Seguir a Jesús es ir a la luz y seguir a la luz. Así, siguiendo a Jesús, s se cumple la voluntad de Dios que no es otra que todos sus hijos acudan a su definitivo Reino y moren, allí, para siempre, siempre, siempre. Y, para eso, el seguimiento de Jesús es el único camino a seguir.

JESÚS, muchas veces nos dices que es determinante para nuestra vida eterna creer en Ti. Es lo malo que tantas otras veces no te escuchemos como deberíamos escucharte.





Eleuterio Fernández Guzmán




9 de abril de 2013

Creer en Cristo





Martes II de Pascua

Jn 3,7-15

“En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: ‘No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu’. Respondió Nicodemo: ‘¿Cómo puede ser eso?’. Jesús le respondió: ‘Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna’”.

COMENTARIO

Nicodemo no acaba de entender lo que le dice Jesús. Todo eso de que hay que nacer de nuevo no lo ve muy claro. Piensa, exclusivamente, como ser humano pegado al suelo.

Jesús le dice que es raro que no entienda lo que le dice pues es maestro en el reino de Israel y debería entenderlo todo a al perfección. Sin embargo el Maestro le quiere decir que, a lo mejor, estaba equivocado en lo que, hasta ahora, había entendido al respecto de su propia fe.

Jesús le hace ver a Nicodemo que debe creer en Él porque es el Hijo de Dios. Quien creen en el Enviado de Dios y Mesías del pueblo elegido por el Creador, tiene ganada la salvación eterna y con ella la misma vida eterna que dura siempre, siempre, siempre.



JESÚS, creer en Ti supone acercarse mucho a la vida eterna que tanto anhelamos. Por eso resulta tan difícil entender que, en demasiadas ocasiones no te hagamos caso.


Eleuterio Fernández Guzmán






8 de abril de 2013

Comprender lo que nos conviene



Lunes II de Pascua

Jn 3,1-8

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él». Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios».

Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu».


COMENTARIO

Nicodemo, que era discípulo secreto de Jesús, gustaba de hablar con el Maestro porque sabía, era consciente de ello, de que aprendería mucho sobre Dios mismo. No entiende, sin embargo, todo lo que le dice porque está en el camino de conocer.

Nacer de lo alto. A Nicodemo le extraña que Jesús les diga que hay que venir al mundo otra vez como si no estuviera ya en el mismo. No comprende que se refiere a algo que es muy importante: cambiar el corazón y venir a ser otra persona, de otra forma habitar en el mundo. 

Jesús le dice a Nicodemo que hay preferencia entre la carne y el espíritu. No hay que tener apego por la carne y por ser un hombre carnal. Al contrario hay que actuar en este mundo: ser espiritual y acaparar para el cielo y no amontonar para esta y en esta vida.


JESÚS, cuando le enseñas a Nicodemo lo estás haciendo con nosotros mismos y por nosotros mismos, para nuestro bien. Nosotros, sin embargo, parece que no siempre lo entendemos.




Eleuterio Fernández Guzmán