1 de octubre de 2011

¿Necesita España ser evangelizada?







En una ocasión dijo el Cardenal Claudio Hummes, Arzobispo Emérito de San Pablo, que “La Iglesia hoy sabe que hay una urgencia misionera, no sólo ‘ad gentes’, sino también en las regiones y ambientes donde desde hace siglos la fe cristiana fue predicada, implantada y las comunidades eclesiales establecidas.” 

Muchas son las causas que determinan la situación por la que pasa la fe en nuestra nación, de vieja raigambre cristiana.

En cuanto al relativismo decir que “todo es relativo” es una frase que puede resultar recurrente y que, por eso, viene muy bien para ser utilizada cuando conviene porque, por eso mismo, lo relativo se aplica a cualquier realidad.”

Sobre esto, Benedicto XVI dijo, en la homilía de la Misa que celebró en Varsovia el 26 de mayo de 2006 que “Como en los siglos pasados, también hoy hay personas o instituciones que haciendo caso omiso de la tradición de la Iglesia pretenden falsificar la palabra de Cristo y erradicar del evangelio la verdad, que consideran demasiado incómoda para el hombre moderno. Se intenta dar la impresión de que todo es relativo y que la verdad de la fe depende de la situación histórica y de la valoración humana. Pero la Iglesia no puede hacer callar el Espíritu de la verdad”. 

Sobre las legislaciones destructoras de la familia que atentan contra la Fe muchas han sido las que han violentado (y están en los planes de aprobación) el derecho natural (la Ley de Dios) como, por ejemplo:

-Leyes en contra de la familia (divorcio exprés, por ejemplo)
-Leyes en contra de la vida (aborto, próxima eutanasia)
-Leyes en contra de la Religión católica en cuanto asignatura (arrinconamiento legal de la misma)
-Leyes a favor del adoctrinamiento juvenil (Educación para la Ciudadanía)
-Ley de Libertad Religiosa (próxima a reformar y que, seguramente, no será muy positiva para la religión católica)

Sobre tales temas, algo dijo Benedicto XVI en su viaje a Brasil en 2007 cuando en la Catedral da Sé (Iglesia metropolitana de la Ciudad de Sao Paulo dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación), al celebrar las Vísperas, mantuvo un encuentro con más de 400 obispos de Brasil. Allí dijo (el 11 de mayo) que “La vida social está atravesando momentos de confusión desorientadora. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia, […] se justifican algunos crímenes contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se extiende la herida del divorcio y de las uniones libres...”. 

Y, por último, en cuanto al nihilismo Negar toda creencia es verse abocado a la fosa humana porque, en realidad, supone negarse a sí mismo. Un ser humano que se permite el lujo de negar todo principio religioso se vacía del Espíritu y, así, se queda sin lo que, en su vida, le podía servir de guía y de brújula.

Sobre el nihilismo dice el beato Juan Pablo II Magno en su Encíclica Fides et Ratio (del 14 de septiembre de 1998) que “Además, como consecuencia de la crisis del racionalismo, ha cobrado entidad el nihilismo. Como filosofía de la nada, logra tener cierto atractivo entre nuestros contemporáneos. Sus seguidores teorizan sobre la investigación como fin en sí misma, sin esperanza ni posibilidad alguna de alcanzar la meta de la verdad. En la interpretación nihilista la existencia es sólo una oportunidad para sensaciones y experiencias en las que tiene la primacía lo efímero. El nihilismo está en el origen de la difundida mentalidad según la cual no se debe asumir ningún compromiso definitivo, ya que todo es fugaz y provisional” (FR 45)

En España, mucho se hace, por extender el nihilismo. El laicismo imperante y rampante se multiplica (en Ejecutivos y medios de comunicación) para hacer ver que “no vale la pena creer” que es la mejor forma de hacer que todo control gubernamental sea posible con una falta, efectiva, de libertad.

¿Es, pues, necesaria la evangelización en España?

A la vista de lo aquí brevemente apuntado está bastante claro que se hace necesaria una evangelización que, a todas luces, requiere la intervención de los cristianos que, reconociéndose hijos de Dios nos vemos abocados a no callar lo que pasa a nuestro alrededor, a no quedar petrificados ante tamaño ataque a nuestra fe que llega, y se produce, desde muchos frentes.

Dice, también, el Santo Padre, en el encuentro con obispos brasileños citado arriba que “Es necesario por ello promover una evangelización metódica y capilar en vista de una adhesión personal y comunitaria a Cristo”. Se hace necesaria “una misión evangelizadora que convoque todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño”.

Y es que evangelizar a la vieja cristiandad va siendo, en primer lugar, una necesidad urgente y, en segundo lugar, una obligación extensible a todo cristiano. Y nunca, seguramente, insistiremos lo suficiente sobre esto. 

Eleuterio Fernández Guzmán

Elegidos por Dios para ser sus hijos


Sábado XXVI del tiempo ordinario







Lc 10,17-24



“En aquel tiempo, regresaron alegres los setenta y dos, diciendo: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre’. Él les dijo: ‘Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos’.



En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: ‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’.



Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte:



¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron”.







COMENTARIO







Dios escogió a parte de su creación para adoptarla como hijos suyos. A través de la gracia nos otorga una serie de bienes espirituales, de dones, para que, haciéndolos rendir, hagamos eficaz tal donación en la tierra.







Jesús reconocía que las personas que eran tenidas por entendidas en la ley de Dios no lo eran en absoluto sino que, en efecto, era a las que personas menos, según la forma de entender de su época, conocimientos tenían a las que Dios gustaba revelarse porque su corazón estaba menos engañado.







Había el momento en el que Dios quería revelarse de forma absoluta. Conociendo a Cristo se conoce al Creador y, por eso mismo, el Mesías procuraba que todos conociesen quién era Él y, así, se adhiriesen a su voluntad que era la de Dios. Aquellos discípulos, que aún no comprendían lo que les decía, eran, en verdad, unos elegidos de Dios.









JESÚS, querías que todos supiesen que eras el Hijo de Dios y que se alegrasen por ver aquel momento de la historia del hombre en el que el Creador se revelaba a su pueblo para que su pueblo siguiera a su Hijo. Nosotros, en demasiadas ocasiones, no te hacemos caso y seguimos el camino de la vida con un egoísmo que no debería ser nuestra guía de vida.











Eleuterio Fernández Guzmán









30 de septiembre de 2011

Rechazar a Cristo




Viernes XXVI del tiempo ordinario







Lc 10,13-16







“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado’”.







COMENTARIO







Dios, en su Misericordia y Amor por su creación, no quiso que se perdiera del todo y envió a su propio Hijo Jesucristo. Venía para recordar la Ley de Dios y para hacerla cumplir. También venía para que los hijos del Creador que se habían alejado se acercasen, de nuevo, al redil de Dios.







Muchos no aceptaron ni a Dios ni a su Hijo ni a su Palabra. Se alejaron, de forma definitiva de Quien había enviado y a Quien había enviado y quisieron permanecer fuera de los límites interiores del Amor de Dios. Rechazaron a Cristo y, así, al Padre.







Es difícil saber qué consecuencias puede traer tal rechazo. Sin embargo, Cristo dice algo que es muy importante porque rechazarlo a Él es hacer lo mismo con Dios pues Jesucristo es Dios hecho hombre. Cabe, pues, conversión cuando no queremos saber nada del Creador… y la necesitamos porque nos conviene, aunque sea por egoísmo, la salvación eterna.








JESÚS, propones la vida eterna para aquellos que te quieran escuchar y que te quieran seguir. Otra cosa resulta difícil de tener en cuenta porque a todos nos interesa llegar al definitivo Reino de Dios y permanecer allí para siempre, siempre, siempre. Sin embargo, no todos los hijos de Dios, al parecer, comprenden lo que es tan fácil de comprender y entender y prefieren volar solos hacia el abismo.









Eleuterio Fernández Guzmán







Otro Pentecostés

Cuando Jesucristo, en Pentecostés, envío a sus discípulos a transmitir la Palabra de Dios y la Buena Noticia lo que hizo fue, dicho pronto, hacer lo propio para que evangelizasen. El mundo tenía que conocer lo que había sucedido en aquella región del planeta y, por eso mismo, era importante que aquellos que habían escuchado y visto al Hijo de Dios fuesen a decir que lo habían escuchado y que lo habían visto.


Así empezó aquella primera evangelización que, como sabemos, se encontró con problemas sin cuento porque, ciertamente, no todo ser humano estaba preparado para recibir la Verdad.

 

Desde entonces han pasado muchos siglos y, si bien, la Palabra de Dios ha llegado a muchos rincones de la Tierra no es menos cierto que ni ha llegado a todos ni, sobre todo, a los que llegó ha prendido la llama del Amor de Dios y de la Verdad. Es más, incluso en estos últimos se hace necesaria otra evangelización.


Bien podemos decir, entonces, que ahora mismo se sugiere, Benedicto XVI lo ha planteado así, otro Pentecostés, otro movimiento hacia delante con paso firme por parte de los que se consideran hijos de Dios y miembros de la Iglesia que fundó Jesucristo.


El 21 de septiembre de 2010, a través de la Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” titulada “Ubicumque et Semper”, el Santo Padre vino a referirse a la constitución del Consejo Pontificio Para la Promoción de la Nueva Evangelización” que tenía, tiene, como misión (Art. 3):


1. profundizar el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización;


2. promover y favorecer, en estrecha colaboración con las Conferencias episcopales interesadas, que podrán tener un organismo ad hoc, el estudio, la difusión y la puesta en práctica del Magisterio pontificio relativo a las temáticas relacionadas con la nueva evangelización;

3. dar a conocer y sostener iniciativas relacionadas con la nueva evangelización organizadas en las diversas Iglesias particulares y promover la realización de otras nuevas, involucrando también activamente las fuerzas presentes en los institutos de vida consagrada y en las sociedades de vida apostólica, así como en las agregaciones de fieles y en las nuevas comunidades;


4. estudiar y favorecer el uso de las formas modernas de comunicación, como instrumentos para la nueva evangelización;


5. promover el uso del Catecismo de la Iglesia católica, como formulación esencial y completa del contenido de la fe para los hombres de nuestro tiempo.


Hace, ahora, un año que el citado Consejo trabaja para cumplir la misión que se le encomendó y para hacer posible que el otro Pentecostés brille en el mundo con el mismo ánimo como lo hizo el primero pues discípulos somos de Cristo y a Él nos debemos.


A este respecto, en el Ángelus del 18 de septiembre de 2011 dijo Benedicto XVI que “Hoy vivimos en una época de nueva evangelización. Vastos horizontes se abren al anuncio del Evangelio, mientras regiones de antigua tradición cristiana están llamadas a redescubrir la belleza de la fe. Son protagonistas de esta misión hombres y mujeres que, como san Pablo, pueden decir: “Para mí vivir es Cristo”. Personas, familias, comunidades que aceptan trabajar en la viña del Señor, según la imagen del Evangelio de este domingo (cfr Mt 20,1-16). Trabajadores humildes y generosos que no piden otra recompensa que la de participar en la misión de Jesús y de la Iglesia. “Si el vivir en la carne -escribe todavía san Pablo- significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger” (Fil 1,22): si la unión plena con Cristo más allá de la muerte, o el servicio a su cuerpo místico en esta tierra”.


Y ahí estamos nosotros, creyentes que estamos más que seguros de la importancia que tiene el Evangelio y del hecho de que es necesario que se conozca y se ame como merece que se ame Dios, para hacer lo que nos corresponde.


¿Cómo hacer esto?


También responde a esto el entonces cardenal y Prefecto Joseph Ratzinger en una conferencia pronunciada el Congreso de catequistas y profesores de religión, (Roma, 10 de diciembre de 2000): “Ciertamente, debemos usar de modo razonable los métodos modernos para lograr que se nos escuche; o, mejor, para hacer accesible y comprensible la voz del Señor. No buscamos que se nos escuche a nosotros; no queremos aumentar el poder y la extensión de nuestras instituciones; lo que queremos es servir al bien de las personas y de la humanidad, dando espacio a Aquel que es la Vida.


Esta renuncia al propio yo, ofreciéndolo a Cristo para la salvación de los hombres, es la condición fundamental del verdadero compromiso en favor del Evangelio: "Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibía; si otro viene en su propio nombre, a ese lo recibiréis" (Jn 5, 43).


Lo que distingue al anticristo es el hecho de que habla en su propio nombre. El signo del Hijo es su comunión con el Padre. El Hijo nos introduce en la comunión trinitaria, en el círculo del amor suyo, cuyas personas son "relaciones puras", el acto puro de entregarse y de acogerse. El designio trinitario, visible en el Hijo, que no habla en su nombre, muestra la forma de vida del verdadero evangelizador; más aún, evangelizar no es tanto una forma de hablar; es más bien una forma de vivir: vivir escuchando y ser portavoz del Padre. "No hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga" (Jn 16, 13), dice el Señor sobre el Espíritu Santo “.


No caben, pues, dudas al respecto: métodos actuales pero con la voluntad de siempre de llevar a quien lo necesita al Salvador, no a nosotros mismos; dejar hablar al Espíritu Santo y no pretender ser nosotros los que improvisemos sobre la voluntad de Dios y su Evangelio.


Todo, al respecto de la evangelización, ahora de la que corresponde hacer ahora mismo, está más que dicho. Sólo hace falta creérselo.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Análisis Digital









































































29 de septiembre de 2011

Esperar a Cristo


Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael





Jn 1,47-51







“En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: ‘Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño’. Le dice Natanael: ‘¿De qué me conoces?’. Le respondió Jesús: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’. Le respondió Natanael: ‘Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’. Jesús le contestó: ‘¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores’. Y le añadió: ‘En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre’”.





COMENTARIO







En muchas ocasiones buscamos a Cristo de forma que no le encontramos porque, en realidad, es Él el que nos busca para acercarnos a Dios. Como Natanael nos puede sorprender que se dirija a nosotros porque no creemos que Dios nos ame por lo que somos.







El Creador nos conoce más de lo que nosotros creemos porque nos creó. Por eso Natanael se extraña de que Jesús le diga que lo ha visto porque a lo mejor creía que Dios estaba alejado en su Reino y no se acercaba a su pueblo. Jesús le desmiente tal pensamiento.







Sin duda, en el definitivo Reino de Dios, veremos cosas más grandes que las que nos ofrece el Creador en este mundo. Para eso tenemos que aceptar el reinado de Cristo sobre nuestras vidas y tenerlo presente en nuestro corazón y, por eso mismo, en nuestra vida ordinaria.









JESÚS, te esperamos sin saber, en realidad, cómo porque no entendemos ni tus palabras ni lo que quieres decirnos. Tú, sin embargo, nos amas por encima de todas las cosas y, por eso mismo, nos ves y quieres que seamos fieles a la voluntad de Dios. Nosotros, sin embargo, no siempre hacemos lo que nos corresponde hacer.










Eleuterio Fernández Guzmán







28 de septiembre de 2011

Seguir a Jesús no es fácil


 

Miércoles XXVI del tiempo ordinario







Lc 9,57-62







“En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré adondequiera que vayas’. Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’. A otro dijo: ‘Sígueme’. El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’. Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa’. Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios’.





COMENTARIO





Los que querían seguir a Jesús sin conocer su camino y qué es lo que hacía y cómo ignoraban la realidad de las cosas: vida dura sin tener, en efecto, donde seguro comer o vivir. Eso era parte el aprendizaje de quien quiere ser discípulo suyo.




Seguir a Cristo, como Cristo quiere que se le siga, es tarea difícil para un ser humano porque tenemos la tendencia, muy propia de nuestra especie, de querer permanecer con los nuestros. Sin embargo, el seguimiento del Hijo de Dios requiere de ciertos sacrificios que son, también, nuestra particular cruz.






Hay que romper con lo viejo para acogerse a lo nuevo que es Jesucristo. Con eso lo que podemos entender es que todo lo pasado que no fuera de Dios hay que olvidarlo y abrir el corazón al Creador, a su Hijo y al Espíritu Santo. Pero todo esto sólo se puede hacer si se olvida lo que fuimos.








JESÚS, exiges mucho de aquellos que quieren seguirte. No basta con decir Señor, Señor si no es que, en verdad, se hace la voluntad de Dios aunque la misma cueste mucho esfuerzo, entrega y trabajo para seguirte. Por eso puede parecer tan duro tu lenguaje y por eso, muchas veces, no te seguimos.




 



Eleuterio Fernández Guzmán







27 de septiembre de 2011

Humanae Vitae y las políticas contrarias a la vida







Hace unos días cayó en mis manos un ejemplar de la publicación original (año 1969) de la Carta Encíclica de Pablo VI Humanae Vitae de la que hace unos meses (concretamente el pasado 25 de julio) se cumplieron 43 años desde que viera la luz e hiciera sufrir tanto al, entonces, Papa. Iba, y va, referida a la regulación de la natalidad. Y era de esperar que produjera polémica.

Lo que no era de esperar, o sí, era que la contestación a la HV se produjera, además de con la puesta en práctica de políticas contrarias a lo que indica la misma, dentro de la misma Iglesia por aquellos que parecen que ven un ejemplo de virtud oponerse a cualquier cosa que pueda emanar de la Santa Sede.

Pero es de pensar que los sectores sociales, políticos e, incluso, eclesiales, que se mantienen en contra (con hechos y palabras) no están muy de acuerdo con tal Encíclica, ni por que dice ni por la verdad que muestra.

Había razones para que se diera a la luz una Encíclica como la Humanae Vitae: “La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida“ (HV 11).

Por lo tanto, no se trata de la plasmación de ideas retrógradas ni pasadas de moda sino, al contrario, la fijación, una vez más, de lo que la Iglesia entiende que se tiene que hacer y llevar a cabo en un tema tan importante como el de la vida humana y el de la natalidad que, evidentemente, lleva aparejado.

Ante eso, ¿Qué es lo que se ha hecho desde los sectores sociales y políticos que se podían haber limitado a aplicar tal norma eclesial por sus benéficos postulados para la humanidad?

Pues, exactamente, todo lo contrario:

1.-Anticonceptivos

En materia de anticonceptivos está claro que los poderes públicos se han encargado de difundir el uso de los mismos. Sobre esto, el punto 17 de la HV dice que “Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada”. ¿No es eso cierto?

2.-Píldora del día después

El uso de la píldora del día después, como método anticonceptivo digamos, distinto al ordinario que es el preservativo, supone una aplicación perversa de la anticoncepción y una clara manipulación de determinados sectores sociales.

Sobre esto, la Conferencia Episcopal Española, en nota de fecha 27 de abril de 2001 titulada “La píldora del día siguiente. Nueva amenaza contra la vida” dice (apartado 1) que “Se trata de un fármaco que no sirve para curar ninguna enfermedad, sino para acabar con la vida incipiente de un ser humano”.

3.-Aborto

El aborto ha sido política habitual de las sociedades que se dicen “avanzadas” cuando nada hay más retrógrado que acabar con la vida de un ser vivo humano y nada peor que llevar a cabo la implantación legal de tan aberrante práctica. Y en España tenemos ejemplos más que suficientes y recientes (véase nueva Ley del Aborto) como para avergonzar a cualquiera.

Sobre esto dice la HV (14) que “En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas”.

Y es que parece que, aunque hayan pasado más de 40 años desde que publicara, Pablo VI, la Encíclica Humanae Vitae, las cosas siguen en su sitio o mejor dicho, en peor sitio porque suponía, tal documento, un “aviso” ante la situación que la natalidad estaba sufriendo en el mundo o, al menos, una indicación sobre lo que no se debía hacer.

En realidad, lo único que ha cambiado ha sido, por un lado, el lenguaje políticamente correcto de llamar a las cosas por nombres que no son y, por otro lado, la técnica que procura, de forma, digamos, más disimulada, el atentado contra la vida humana.

Todo un “progreso”, puede pensarse desde determinados sectores, para fundamentar algunos incomprensibles nuevos derechos pero, en realidad, un paso atrás para la humanidad... exactamente hacia el abismo del que tanto escribió el salmista.


Eleuterio Fernández Guzmán




Publicado en Acción Digital





































Misericordia


Martes XXVI del tiempo ordinario







Lc 9,51-56







“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.”









COMENTARIO







Los samaritanos no eran bien vistos por los judíos porque los consideraban un pueblo que no seguía la senda marcada por Dios. no extraña, por lo tanto, que algunos de aquellos discípulos (llamados Boanerges, por Cristo, por ser muy impetuosos) quisieran hacer daño a los mismos.







Jesús, sin embargo, es Dios y, como tal, manifiesta algo que es muy importante en su naturaleza y que no es más que sus entrañas de misericordia. No quiere, por lo tanto, que se cause daño a nadie y mucho menos a los que debía salvar.







Había venido a salvar a las ovejas descarriadas y, seguramente, el pueblo samaritano era un grupo bastante numeroso. Así lo hizo en el pozo de Sicar con la mujer samaritana que fue a buscar agua del mundo y encontró el Agua Viva que le mostró Jesús; también en la parábola del samaritano Jesús rehabilita a todo un pueblo.











JESÚS, tu voluntad no está relacionada con la venganza o el odio sino, en todo caso, con el perdón, el amor y la misericordia. Siempre perdonas porque sabes que tal es la voluntad de Dios, Padre tuyo y nuestro. No quieres, por tanto, que la falta de amor sea una forma de comportamiento entre tus discípulos que tienen que tener el corazón de carne y no de piedra.









Eleuterio Fernández Guzmán







26 de septiembre de 2011

Estar con Cristo



Lunes XXVI del tiempo ordinario

Lc 9,46-50

“En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: ‘El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor’. 

Tomando Juan la palabra, dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros’. Pero Jesús le dijo: ‘No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros’.


COMENTARIO

Exactamente igual que nos pasa a nosotros que, en determinadas ocasiones, queremos ser más que los demás manifestando un síntoma de egoísmo bastante claro, les sucedió a los discípulos de Cristo. Olvidaban, como nosotros, lo más importante.

Recibir a un niño, en el tiempo de Jesús, era como hacer algo que no era usual porque a los niños se les tenía por casi nada y no eran tenidos en cuenta. Jesús amaba, sin embargo, su inocencia y su amor incondicional y consideraba que el más pequeño para sus contemporáneos (menos considerado, tratado mal) era el más importante en el reino de  Dios.

Por eso, estar con Cristo es hacer según dice su doctrina que hay que hacer y, entonces, obrar en consecuencia. Por mucho que parezca que no se está con Dios sí se está si se hace lo que su voluntad dice que hay que hacer. Tal forma es la correcta de actuar por parte de quien se considera hijo de Dios.


JESÚS, sabes quiénes son los más importantes en el Reino de Dios. Los niños, que querían acercarse a ti y no les dejaban, eran tus preferidos porque te querían sin dudar ni manifestar querencia por el mundo. Estar contigo es, por eso mismo, seguirte sin condiciones.



Eleuterio Fernández Guzmán


25 de septiembre de 2011

La siempre nueva evangelización











Es muy posible que muchas personas piensen, y crean, que la evangelización es una tarea que corresponde sólo a personas especialmente elegidas de la Iglesia católica y que, por eso, al resto de miembros de la Esposa de Cristo, les está vedado o, al menos, no les es facilitada tal labor.

Para despejar cualquier duda sobre esto, el Santo Padre, en un discurso que dirigió a sus colaboradores con motivo de la Navidad de 2007, dijo que no es posible ser discípulo de Jesucristo sin ser “misionero, mensajero del Evangelio”.

Ante la posibilidad misma de la Evangelización, nos propone San Pedro, en su Primera Epístola (1 Pe 3,15), la razón de tal necesidad: “Estad siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” y sobre la licitud de la evangelización hoy día, en este siglo XXI en el que vivimos, Benedicto XVI, en el Discurso citado arriba, responde, a tal pregunta, que “quien ha encontrado una gran alegría, debe transmitirla, no puede guardársela”.

Esto no es algo que el Papa alemán diga, siquiera, por creación propia, como idea, porque ya lo dijo Jesús: “Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas” (Mt 10,27)

Vemos, pues, que no hay impedimento alguno para llevar a cabo una evangelización que siempre es nueva porque la reciben personas que, o bien no conocen a Dios o, si lo conocieron, lo han olvidado.

Y sobre el tema de la evangelización resulta de todo punto necesario acudir a la Congregación para la Doctrina de la Fe porque de un documento titulado “Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización” podemos entresacar aspectos que, en este campo de la transmisión del Evangelio, son fundamentales.

Para empezar, dice San Juan, en su Evangelio (Jn 17,3) que “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo”.

Nos muestra, así, cuál es la razón fundamental por la que debemos evangelizar: nadie puede desconocer la posibilidad que tiene de alcanzar la vida eterna porque, aunque puedan alcanzarla por disposición de Dios sin conocer a Su Hijo siempre es mejor gozar de Cristo sabiendo lo que eso significa.

A este respecto, el número 4 de la Nota… citada arriba, dice que resulta conveniente hacer “Un ofrecimiento a su capacidad de conocer y amar lo que es bueno y verdadero” pues bueno y verdadero es Dios y buena y verdadera la doctrina de Cristo.

Resulta, por otra parte, difícil hoy día llevar a cabo un proceso de evangelización porque “En las diferentes formas de agnosticismo y relativismo presentes en el pensamiento contemporáneo, ‘la legítima pluralidad de posiciones ha dado paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente válidas’” (Tomado, el último texto, de la Encíclica Fides et ratio, 5, del beato Juan Pablo II)

Sin embargo, ninguna de las dificultades que el mundo pueda ponernos puede ser obstáculo para que evangelizar y la evangelización por los medios que tengamos a nuestra disposición, sea la misión que tenemos que llevar a cabo como ejemplo de cumplimiento del envío que Cristo hizo en Pentecostés.

Así, “Desde el día de Pentecostés, quien acoge plenamente la fe es incorporado a la comunidad de los creyentes” (Nota… 9) pues ‘Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil personas” (Hch 2, 41)

Y, como expresión de lo que, en realidad, supone la incorporación al Cuerpo de Cristo, el pasar a formar parte de la Iglesia fundada por el Mesías, “En efecto, la incorporación de nuevos miembros a la Iglesia no es la extensión de un grupo de poder, sino la entrada en la amistad de Cristo, que une cielo y tierra, continentes y épocas diferentes” porque “El Reino de Dios no es –como algunos sostienen hoy- una realidad genérica que supera todas las experiencias y tradiciones religiosas, a la cual estas deberían tender como hacia una comunión universal e indiferenciada de todos los que buscan a Dios, sino que es, ante todo, una persona, que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible” (Por los dos últimos entrecomillados, Nota… 9)

Vemos, pues, que tenemos más que suficientes razones para transmitir la Palabra de Dios y, al fin y al cabo, para evangelizar.

Además, es fundamental, que tenemos algo asumido desde el principio de nuestra labor: “La acción evangelizadora de la Iglesia nunca desfallecerá, porque nunca le faltará la presencia del Señor Jesús con la fuerza del Espíritu Santo, según su misma promesa: ‘yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’” (Mt 28,20)


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Acción Digital

Verdaderamente la fe


Domingo XXVI (A) del tiempo ordinario

Mt 20,28-32


En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes: ‘¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. 


‘¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?’. ‘El primero», le dicen. Díceles Jesús: ‘En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él’.


COMENTARIO


La parábola que Jesús nos transmite es síntoma de lo que, en muchas ocasiones, nos sucede: decimos lo que no pensamos y hacemos lo que no debemos como también diría san Pablo acerca de su propia actitud en la vida de discípulo.


Podemos decir que amamos a Dios pero, a la hora de la verdad, hacer todo lo contrario de lo que eso supone: no amar al prójimo y, al fin y al cabo, alejarse del Creador con aquello que hacemos, pensamos o decimos.


Verdaderamente el Reino de Dios sólo puede estar reservado para aquellos que diciéndose hijos de Dios, lo demuestran con lo que hacen porque, de otra manera estamos tratando de engañar a Quien nos creó pero sabiendo, además, que eso no es posible.


JESÚS, sabes que la mejor forma de manifestar que somos hijos de Dios y hermanos tuyos es corresponder en nuestra vida ordinaria a la fe que decimos tener. De otra forma el tribunal de Dios será, necesariamente, justo con nosotros y la justicia de Dios no conoce límite en el conocimiento de lo que hacemos.



Eleuterio Fernández Guzmán