4 de junio de 2011

Pedir en nombre de Cristo

Jn 16,23-28



“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre’".

COMENTARIO

Pedir a Dios lo que necesitamos, aún sin saber si cree oportuno que lo tengamos, es hacerlo de forma que nos escuche. Pero no podemos hacerlo de cualquier forma e invocando, sólo, nuestros particulares intereses.

Jesús sabe que Dios escucha lo que se pide en su nombre. Por eso dice que no hace falta que él ruegue al Padre porque es Dios mismo. sin embargo, deben pedir a través de Cristo que es el Hijo que Dios ama tanto.

Jesús lo dice con toda claridad: ha salido del Padre o, lo que es lo mismo, es el mismo Padre que ha venido en forma de hombre para salvarnos y alcanzarnos la vida eterna.



JESÚS, querías, más que nada, que tus discípulos comprendieran que eras el Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre. Por eso les pide que demanden, a Dios, en tu hombre porque que forma más directa de que el Creador escuche su/nuestra súplica.



Eleuterio Fernández Guzmán

3 de junio de 2011

Alegría y gozo por la Resurrección

Jn 16,20-23a


“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada’.


COMENTARIO


Jesús les dice a sus discípulos que el mundo se alegraría de su muerte porque el mundo, según lo que Él decía no gustaba mucho de su doctrina porque ponía sobre la mesa la verdad. Es más, era la Verdad misma.

Jesús sabe que cuando volviera a ver a sus discípulos, tras la resurrección, mucho de lo que no habían entendido les quedaría claro como el agua limpia. Por eso la alegría que tendrá será, ya, para siempre, siempre, siempre.

El gozo por la resurrección, de la que vivimos los discípulos de Cristo, es propio de aquellos que creen en Dios y saben, a verdad cierta, que Su Hijo vino para no irse nunca, Por eso creer en Jesucristo es creer, a su vez, en el Creador.


JESUS, cuando resucitaste tus discípulos sabían que la alegría no les sería quieta ya nunca. Por eso les avisas de lo que tiene que pasar. Así manifiestas el don de profecía que es propio de aquellos que mucho ama Dios. Sí, además, Tú eres Dios hecho hombre es comprensible que luego supieran que todo era cierto y que habían sido salvados para siempre


Eleuterio Fernández Guzmán

2 de junio de 2011

Resurrección

Jn 16,16-20



“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: ‘¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?’. Y decían: ‘¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir’. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo’".


COMENTARIO


Eran enigmáticas las palabras de Jesús sobre que le iban a dejar de ver para, pronto, volverlo a ver. Hablaba de la resurrección y aquello aún no estaba en los planes espirituales de sus discípulos.

Jesús sabe lo que va a pasar cuando muera. Dice que el mundo, lo mundano, lo pagano, se alegrará porque, en verdad, no querían oír lo que tantas veces les había dicho y que no era otra cosa que no iban por el buen camino hacia el definitivo reino de Dios.

Al contrario, sus discípulos se iban a alegrar mucho en cuanto lo volvieran a ver. Entonces iban a comprender que lo que tantas veces les había dicho era cierto y que ahora tenían una misión que cumplir y que no era otra que la de transmitir, al mundo, la doctrina santa de Dios.



JESÚS, aquellos que te seguían no entendían lo que era la resurrección porque no entraba en sus esquemas espirituales. Sin embargo, aquellos creyentes que sabemos lo que sucedió no podemos comprender sino que resucitaste para la vida eterna y para estar siempre con nosotros.



Eleuterio Fernández Guzmán

1 de junio de 2011

Paráclito

Jn 16,12-15

“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’".


COMENTARIO

Bien sabía Jesús que para sus discípulos aquello que les estaba pasando les venía demasiado grande y que necesitaban mucho más tiempo para, siquiera, comprender algo de lo que les decía el Maestro.


Jesús tenía algo guardado en su corazón y que iba a venir muy bien a la humanidad: el Espíritu Santo que vino, cuando fue enviado por Él mismo, como dice el texto de San Juan, para guiarnos “en la verdad completa”.


El Espíritu Santo, por decirlo así, no va por libre sino que, muy al contrario, al formar parte de la Santísima Trinidad, lleva lo que es de Dios porque es Dios y recibe lo que es de Cristo porque es Cristo. Y vino para anunciar lo que es bueno para los hijos de Dios.



JESÚS, el Paráclito que enviaste fue enviado para cumplir una misión muy importante: guiar a los hijos de Dios. Sabiendo que procede del Padre y que Contigo y el Padre, recibe una misma adoración y gloria, sólo necesitamos escuchar sus mociones.


Eleuterio Fernández Guzmán

31 de mayo de 2011

Magnificat

Lc 1,39-56


“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’.


Y dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos’. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.


COMENTARIO


María había atendido a lo que dijo Gabriel cuando le anunció lo que iba a ser de ella si es que aceptaba la propuesta que le hacía. Con su fiat permitió que la vida de la humanidad tomara el rumbo establecido por Dios.

La prima de María, Isabel, sabía sin saberlo quien se le acercaba. El Espíritu Santo, con sus mociones, le hizo expresar aquel “Bendita tú entre las mujeres” que ha pasado a la historia como inspiración suprema del Paráclito.

María proclama aquel Magnificat que contiene mucha verdad de la Verdad que Dios quería revelar al mundo. María dice aquello que el Creador quiere que sepamos y que por boca de quien aceptó ser su Madre nos llega con Amor.


JESÚS, tu Madre supo decir sí a Dios en el momento más oportuno. Quiso, también, acudir en ayuda y auxilio de Isabel, la madre de tu primo Juan y ser, así, imagen de quien se entrega sin esperar que se le diga nada. Tu Madre, que también es madre nuestra,





Eleuterio Fernández Guzmán

30 de mayo de 2011

Dar testimonio de Cristo

Jn 15,26—16,4


“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho’.



COMENTARIO


El Espíritu Santo, el Paráclito que Jesús prometía a sus discípulos, iba a tener una labor muy importante que hacer en la vida de los hijos de Dios: enseñar a recorrer el camino que nos lleva al definitivo Reino de Dios.


Jesús les habla del testimonio que dará el Espíritu Santo pero no olvida el que deberán dar sus propios discípulos. No quiere, por eso, que lo tengan como a una persona que pasó por sus vidas sino que, al contrario, es Alguien que les impactó por lo dijo e hizo.


El futuro que les plantea Jesús no es nada edificante: serán perseguidos e, incluso, morirán teniendo que ver como aquellos que los matan creen que hacen bien o, peor, que lo hacen por Dios. Decirles eso, sin embargo, les debería reconfortar.



JESÚS, fuiste profeta y como profeta les hiciste ver, a tus discípulos, el final que muchos de ellos iban a tener. Hoy día, incluso hoy día, la situación de tus hermanos en la fe no es buena en determinados lugares del mundo. Sabían, sabemos, que Tú siempre estas con nosotros y eso nos conforta, sobre todo, en el momento de desesperación.



Eleuterio Fernández Guzmán

29 de mayo de 2011

Cumplir la Ley de Dios

Jn 14,15-21


“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él”.


COMENTARIO


Seguir a Cristo no puede querer decir, simplemente, hacer como que se cree en lo que hace y pone en práctica el Hijo de Dios. Tal forma de comportarse no puede estar de acuerdo con la voluntad del Padre.

Hace falta guardar, en nuestro corazón, lo que Jesús dijo e hizo y, luego, llevarlo a nuestra vida particular. Para ello tenemos las mociones del Espíritu Santo que, como dice Jesús, mora con nosotros, está con nosotros.

Amar a Cristo es, por eso mismo, ser hermano del Hijo de Dios y traer, a nuestra vida, los Mandamientos y las Bienaventuranzas que Jesús hizo cumplir y pronunció su vida pública. Sólo así podremos decir que somos hijo de Dios.




JESÚS, nos enviaste al Espíritu Santo para que nos acompañase hasta el fin del mundo y hasta que Tú regreses en la Parusía. No basta, sin embargo, con hacer como que te seguimos por Tú mide un seguimiento verdadero.


Eleuterio Fernández Guzmán