19 de marzo de 2011

José, padre de Jesús

Mt 1,16.18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.


Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado
".

COMENTARIO

José fue elegido por Dios para llevar a cabo una misión muy importante: ejercer de padre de Su Hijo y enseñarle acerca de la fidelidad al Creador porque él era ejemplo de tal fidelidad y creencia.

José puso en el camino de lo laborioso a Jesús y, por eso mismo, le transmitió aquello que está relacionado con la importancia del trabajo para desarrollo de la persona humana. José fue, en tal sentido, el maestro de Jesucristo.

José fue padre y, así, amó a Jesús como hijo. Consciente, por aviso divino, de la importancia de su labor, no cejó en el intento de ser un buen ejemplo para Jesús. “Hizo lo que el Ángel del Señor la había mandado” y fue padre, adoptivo, del Hijo de Dios.




JESÚS, tu padre José se comportó como un padre amoroso, tierno y, dedicándose a tu cuidado y al de María, cumplió con fidelidad lo que le había dicho tu Ángel. También nosotros debemos ser fieles a la voluntad de Dios y ser, por eso mismo, buenos hijos.




Eleuterio Fernández Guzmán

18 de marzo de 2011

La verdad de la Ley de Dios

Mt 5,20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado", será reo de la gehenna de fuego.


‘Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo’
”.

COMENTARIO

Lo dijo, Cristo, con toda claridad: lo que hacemos no puede estar al nivel de aquellos que no actúan de acuerdo a la voluntad de Dios. Si así procedemos no somos peor que ellos sino mucho peor que ellos porque, a diferencia de tales actuaciones, sabemos qué debemos hacer.


La Ley de Dios no era como muchos pensaban que era ni lo es ahora. No es que Dios diga diego donde dijo digo sino que dice lo que siempre dice aunque a nosotros no nos interese lo que diga, miremos para otro lado o hagamos oídos sordos.


Enfadarse con el hermano o zaherirlo por cualquier causa no está bien según Dios y su criterio de misericordia; no perdonar a quien te haya podido ofender no está bien según entiende Dios que debe ser nuestro comportamiento. Todo, como puede verse, de difícil entendimiento para nuestros corazones, muchas veces, de piedra.


JESÚS, querías que se comprendiera la Ley de Dios porque para eso te había enviado el Padre. Y así predicabas acerca de la misma con toda claridad y para que nadie se llevase a engaño: lo blanco no podía ser negro ni lo negro, blanco. ¡Cuántos céntimos de miseria no tendremos que pagar si seguimos por este camino!



Eleuterio Fernández Guzmán

17 de marzo de 2011

Pedir a Dios

Mateo 7, 7-12

Dijo Jesús a sus discípulos: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá.¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas’


COMENTARIO

La confianza en la misericordia de Dios ha de ser lo fundamental para un cristiano, aquí católico. Sin ella faltamos a nuestra propia creencia que tiene su fundamento, precisamente, en saber que el Creador siempre nos escucha.

La bondad de Dios la hemos de tener, siempre, presente, y, por tanto, siempre que nos dirijamos a Él lo tenemos que hacer a sabiendas que nos otorgará lo que pidamos según nos convenga y no, como solemos pensar, según queramos.

Pero la una Ley muy importante en el reino de Dios es la de la correspondencia: no podemos querer que los demás nos hagan el bien si nosotros no hacemos lo propio con ellos. Es algo elemental pero que, a veces, olvidamos.




JESÚS, como Hijo de Dios siempre manifiestas una fidelidad total hacia Tu Padre. Por eso recomiendas que nosotros, discípulos tuyos, hagamos lo mismo y siempre pidamos conociendo que Dios entiende sobre nuestras necesidades. Eso sin olvidar que los demás también ha de querer nuestra bondad.




Eleuterio Fernández Guzmán

16 de marzo de 2011

Señales de Dios

Lc 11,29-32


En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: ‘Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás’".


COMENTARIO

Muchas veces estamos necesitados, o así lo manifestamos, de señales por parte de Dios para creer que es el Creador. No nos basta con lo que vemos sino que, yendo más allá, pretendemos pedir pruebas, ponerlo a prueba.

Jesús sabe, por otra parte, que la confianza en su Padre es fundamental para un creyente y que, por eso mismo, nos debería bastar con la misma para vivir y llevar una existencia de acuerdo a la voluntad de Dios.

La señal, además, que esperaban todos y que todos esperamos, es Jesús mismo que vino, de parte de Dios, para traernos el cumplimiento de su Ley. Debería bastarnos con eso.


JESÚS, eres la verdadera señal de Dios. Viniste, Padre, haciéndote hombre y naciendo como hombre. Sin embargo, en determinadas ocasiones no nos basta con saber lo que tan importante es para nuestras vidas y queremos más… egoísmo.



Eleuterio Fernández Guzmán

15 de marzo de 2011

Padre Nuestro

Mt 6,7-15


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

‘Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensa
s”.

COMENTARIO

Jesús recomienda no hacer como si se dijera mucho a Dios en la oración. El Creador todo lo sabe y tampoco deberíamos tratar de esconder lo que dice nuestro corazón con palabras excesivas.

Recomienda pedir pocas pero importantes cosas. En el Padre Nuestro se hacen siete peticiones que, en número, no son muchas porque cada uno de nosotros podríamos alargar, mucho, lo que pedimos a Dios.

Santificar el nombre de Dios, pedir que venga su reino, que se haga su voluntad, el pan de cada día y que nos perdone nuestras ofensas así como que no nos deje caer en la tentación y que nos libre del mal. Eso le pedimos a Dios. Nos pide, además, Jesús, que perdonemos. Si no hay perdón, difícilmente lo demás lo podremos obtener.


JESÚS, nos enseñaste la oración con la que nos podemos dirigir a Dios. Es demasiado importante como para que la hagamos sin darle importancia. Cada una de las peticiones que hacemos la tenemos que creer porque van dirigidas al corazón de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

14 de marzo de 2011

El Espíritu siempre alerta

Mt 25,31-46


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.


‘Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna
’.


COMENTARIO

Jesús avisaba de lo que tenía que venir. Lo hacía, sobre todo, para que aquellos que le escuchaban estuvieran preparados. Por ejemplo, eso hace con el que podemos considerar Juicio Final.

Es cierto que Dios nos dona la libertad, bien divino, con la cual podemos hacer, en general, lo que creamos conveniente. También para creer en el Padre o no hacerlo o llevar a nuestra vida Su santa doctrina y Su Ley.

Llevar a cabo una conducta que sea, en nuestra vida, ejemplo de comportamiento cristiano es la mejor manera de que, en el momento crucial de nuestra eternidad, seamos considerados verdaderos hijos de Dios. De otra manera, será, seguramente, el rechinar de muchos dientes y también el llanto.



JESÚS, muchas veces, a lo largo de tu vida pública, nos pusiste sobre aviso acerca de cuál ha de ser nuestra forma de ser y de actuar. Llevar una vida conforme a la voluntad de Dios es la única manera de que aportemos, a nuestra eternidad, lo que nos falte por los momentos en los que flaqueó nuestra fe.




Eleuterio Fernández Guzmán

13 de marzo de 2011

Tentaciones

Mt 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes’. Mas Él respondió: ‘Está escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’’.


Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: ‘Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna’». Jesús le dijo: «También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’’.


Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: ‘Todo esto te daré si postrándote me adoras’. Dícele entonces Jesús: ‘Apártate, Satanás, porque está escrito: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él darás culto’’. Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.



COMENTARIO

El Hijo de Dios predicaba de dos formas: con la palabra y con los hechos. Si la palabra era importante porque era, en definitiva, la Palabra de Dios, el ejemplo, lo que hacía, para aquellos sus contemporáneos (siempre atentos a los hechos demostradores) era crucial.

Las tentaciones no son más que las mismas que a nosotros, discípulos de Cristo e hijos, también, de Dios, nos pueden acometer: el poder, el tener, el querer ser sobre el ser... Por eso es importante cómo resuelve Cristo aquello que le plantea el Maligno.

A nosotros también nos consuelan aquellos que en el definitivo reino de Dios están. A Jesús lo sirvieron unos ángeles y a nosotros mismos, por ejemplo, nuestro ángel custodio, colabora con nuestra vida con su particular ayuda. No deberíamos olvidar eso porque supone una intervención directa del Padre en nuestra vida.



JESÚS, el Maligno te tentó tres veces pero las mismas venciste con el apego a Dios, tu Padre, y con eso nos sirves de ejemplo. Que cada uno de nosotros, cuando nos veamos zaheridos por el Mal, en cualquiera de sus formas, seamos tan fieles como tú fuiste con el Creador.


Eleuterio Fernández Guzmán