9 de febrero de 2011

Del corazón salen las obras


Mc 7,14-23

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y les dijo: ‘Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga’.

Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: ‘¿Así que también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?’ —así declaraba puros todos los alimentos—. Y decía: ‘Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre’
.”

COMENTARIO

Los discípulos de Jesús, aquellos primeros doce, no entendían, muchas veces, lo que les decía el Maestro. Tenían, por así decirlo, el corazón cerrado. Aún no habían llegado a comprender lo que, en realidad, era la doctrina de Jesucristo.

Es conocido que el pueblo judío tenía algunos alimentos por impuros y, claro, no ingerían nada de ellos. Tenían, así, del mundo una visión alicorta porque se dejaban vencer por las apariencias de las cosas.

Jesús les dice que es del corazón, de dentro del cuerpo humano, de donde salen los pensamientos y, así, las obras. Por eso, no deberían preocuparse de lo que venía de fuera sino, más bien, de lo que pudiese salir de su interior.


JESÚS, a veces nos cuesta entender, al igual que les pasaba a aquellos otros nosotros discípulos tuyos, lo que significan tus palabras. Estamos atrapados por el mundo y eso nos impide reconocerte entre lo que nos pasa y, así, decidir lo que, en tu doctrina es mejor para nuestra vida ordinaria.




Eleuterio Fernández Guzmán

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